Mi definición de disco redondo ya la expuse una vez aquí. Según la misma, The Beatles tienen tres de esta categoría: Revolver, Sgt. Pepper’s y Abbey Road, por orden cronológico. Los demás son, simplemente, muy buenos o excelentes. Durante esta década se vienen cumpliendo 50 años de todo lo que hicieron estos chicos. De hecho, tal día como hoy hace medio siglo, Paul McCartney y Brian Epstein viajaban de Londres a París para encontrarse con John Lennon, que estaba rodando la película How I won the war, venía de Alemania y tal como mañana domingo se iría a rodar en Almería, donde ya sabemos que pasaron no pocas cosas. El encuentro no debió ser para cualquier cosa, ni tampoco fácil. El grupo ya había tomado la decisión de dejar de tocar en directo para poder centrarse en su trabajo en el estudio, con todas las ideas que tenían en la cabeza. El último concierto había sido el 29 de agosto, apenas tres semanas, en San Francisco. La consecuencia sería un fatal disgusto de su manager y mentor. El primer resultado, la publicación del mítico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, un año después.
Pero por esos días de los que hoy hace 50 años, ya llevaba algo más de un mes en el mercado, y todavía era número 1 en el Reino Unido, nada menos que Revolver. Salió a la venta el 5 de agosto de 1966, y como se me pasó la fecha, me perdonarán que llegue hoy con él. Aunque bueno, ya le había dedicado un post hace unos años, pero hoy contaremos algo más. La revista Rolling Stone clasificó a este álbum en el tercer lugar de su selección de los 500 mejores de la historia que publicó en 2003. En algunos rankings y clasificaciones aparece incluso el primero. Pero como cada uno tiene su lista, para mí es el segundo mejor de los Beatles, después de Abbey Road y por delante del Sgt. Pepper’s, pese a que éste, ciertamente, haya sido el más decisivo en términos de haber transformado la creación, la producción y, en definitiva, la industria musical.
Pero es que Revolver es el más fresco. Los de Liverpool iban dando maravillosos pasitos adelante en cada disco que presentaban desde 1963, pero con el anterior, Rubber Soul, ya habían dado un salto muy importante. De hecho, para George Martin -el productor, maestro y padre musical de los Beatles- éste, lanzado justo un año antes, fue el primer trabajo que tenía sentido en sí mismo, que no era una mera colección de buenas canciones. Pero en 1966, en su séptimo álbum en estudio, irían mucho más lejos. Aprendían cosas y las ponían en práctica, aún sin estar completamente seguros de lo que estaban haciendo -con el tiempo, vaya si lo sabrían.
Con la mayor libertad que hasta entonces habían tenido, iban abriéndose a nuevos estilos y fundiéndolos con el suyo: la psicodelia, el soul, el puro rock -sin el roll- o la música clásica. Aparte de las influencias que siempre aceptaron y cada vez eran más variadas y ricas. La de Bob Dylan ya estaba ahí desde el citado Rubber Soul. Así, en Revolver vertieron temas como Eleanor Rigby, Tomorrow Never Knows, Taxman, Got To Get You Into my life… que parecían no tener nada que ver unos con otros, y sin embargo se ensamblaban perfectamente.
Se sentían además seguros como para experimentar y abrir nuevos caminos. Aquí ya suenan violones y violoncelos, trompetas y saxos, y por supuesto instrumentos hindúes. Es que George Harrison ya no se inhibía a la hora de manifestar su pasión india, como Paul probaba con todo tipo de instrumentaciones y melodías y John era el transgresor de siempre y no tenía nada que disimular. Entonces aparecen piezas como For no One, Love You To, I’m Only Sleeping, Here, There and Everywhere… y sí, el Yellow Submarine, que no será el culmen de su obra musical, pero nótese el juego que dio la idea y lo que significó. Por cierto, en la grabación de este tema, cantado por Ringo Starr, participaron haciendo los coros, entre otros, Marianne Faithfull y Brian Jones, el malogrado Rolling Stone.
Por lo demás, con el paso de los años, Revolver ha dado en ser posiblemente el disco más actual de los Beatles. El que se mantiene más joven, posiblemente junto a Abbey Road. Hay varios temas -el citado Taxman, She Said She Said…- que si hoy le llegaran a alguien que nunca les escuchó -lo que por otro lado es prácticamente imposible- preguntaría seguramente qué grupo nuevo es este.
Pero en fin, más que lo que escribamos, lo que merece la pena es escucharlo. Aquí, allí y en cualquier sitio, como si hiciera 50 años y un mes, o como si lo hubieran fabricado hoy.