Siete pecados de George Martin

George Martin

Ya sabemos que fue más que el mítico productor de los Beatles. Su verdadero tutor e instructor en sus primeros pasos hacia el éxito, el facilitador de su talento ya en sus años de mayor creatividad y derroche de ideas. Y “su segundo padre”, como ha manifestado hoy Paul McCartney. Para hacernos una idea del legado de George Martin, vamos a decir que fue el autor de siete pecados capitales por su trascendencia en el devenir de los hechos y, por extensión, en la historia de la música. Recitados más o menos de memoria son estos, a saber:

1. Nada más ponerse los chicos de Liverpool en sus manos, apreció que el batería original, Pete Best, no daba el nivel. Les planteó a los otros tres su sustitución, y estuvieron de acuerdo. Obvio decir que Ringo Starr le seguirá agradecido por el resto de su vida.

2. Para la oportunidad, seguramente primera y última, de grabar un single, el productor les sugirió Love Me Do, que no era ni mucho menos el mejor tema que llevaban en su incipiente repertorio. Pero sonaba distinto, pegadizo, y era el que quizás tenía más posibilidades de alcanzar notoriedad. ¡Partida! Llegó al número 17 de las listas, lo que hizo que la EMI les concediera grabar nuevo single y LP. De no haber sido así, Posiblemente nada hubiera sucedido después.

3. Para ese segundo single, John y Paul le presentaron Please Please Me, pero en versión balada lenta con coros dudua, muy al uso de la época. Martin les sugirió grabarla más rápida y dinámica, como finalmente la conocimos. Fue su primer Número Uno.

4. Cuando en 1965 y con 23 años, McCartney le presentó su creación Scrambled Eggs, Martin le propuso escribir una letra más apropiada a tan bonita canción. Y muy aplicado, se puso: “Yesterday, all my troubles seemed so far away…”. Una vez terminada, le sugirió no ya grabarla en solitario con la guitarra, sino además acompañarle con un cuarteto de cuerda. Así nació la canción seguramente más universal de la historia.

5. Cuando ya los Beatles se sabían dueños de su camino y libres para desarrollar todo su talento y creatividad, no sólo no les puso trabas, sino que les estimuló a atreverse más. Suyo es el piano barroco de In My Life, a él se deben muchos de los efectos psicodélicos y soniditos de Rubber Soul y Revolver, el ambiente de temas como Strawberry Fields y Penny Lane.

6. Con los medios de entonces y mucho ingenio, les facilitó recursos tecnológicos para que realizaran en plenitud su grabación más ambiciosa: el Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, con Orquesta Sinfónica de Londres incluida. Un disco que en 1967 no sólo revolucionó el pop y el rock, sino que marcó un antes y un después en la industria y en la producción musical.

7. Después de que, ya en la cúspide del éxito y la celebridad, le dejaran de lado para las grabaciones de The Beatles (el álbum blanco) y Let it be, fueron a pedirle que volviera a colaborar con ellos en su siguiente trabajo, que ya presumían sería el último. Les respondió que “sólo volvería si eran capaces de trabajar otra vez como antes”, esto es, unidos como un grupo, sin celos ni protagonismos. Las semanas de paz que fueron capaces de mantener dieron como fruto su mayor obra maestra, el que se dice mejor disco de la historia del rock. Se iba a llamar Everest, pero terminaron titulándolo Abbey Road.

Terminados esos años que cambiaron sus vidas –y las de tanta gente en el mundo-, Sr. George Martin continuó su exitosa carrera de productor. Ya había estado con Gerry and the Pacemakers –los de Ferry cross the Mersey, y posteriormente con Elton John, con Ultravox, Celine Dion, con el propio Paul McCartney… además de temas para películas y otros trabajos. Ya era muy mayor cuando hace doce años aceptó el proyecto Love para la banda sonora del espectáculo de El Circo del Sol, dedicado al universo del grupo de Liverpool. Pidió ayuda a su hijo y realizó un trabajo de pura orfebrería con el material que nadie conocía como él. Le llevó dos años, y el resultado fue una pieza exquisita, una delicia para beatlemanos experimentados, que fuimos capaces de descubrir sonidos y vertientes insospechadas en canciones que conocíamos tan bien.

Pero con todos esos logros, y su sitio bien ganado en la Historia de la música, George Martin merece ser especialmente recordado por estos relatados siete pecados. Que quién sabe qué hubiera sido de la música y hasta del mundo si no los hubiera cometido. Que desde luego habría de reprocharle cualquiera que reniegue de los Beatles y de su influencia. Y que hacen que, por tales mismas razones, tantos otros digamos hoy: interminables gracias, George Martin.

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