Los Pirineos pasan por el Tour

Sí, la vida se pasa, estamos en pleno Tour de Francia y ya sólo queda una semana. Decía Eddy Merckx que para él los Pirineos eran más duros que los Alpes. Viniendo de quien viene la aseveración, habrá que tenerla muy en cuenta. La razón que argumentaba era el calor, más húmedo y pegajoso por esos pagos. Pero también los puertos son diferentes. Los alpinos suelen ser grandes colosos, ascensiones interminables, altitudes asfixiantes, valles que dan vértigo. Los pirenaicos, con excepciones como pueden ser el Tourmalet o el Col de Pailhères, tienden a ser más cortos pero escarpados y a menudo traicioneros.

  1. El campeonísimo belga se reencontró con un Tour que tenía virtualmente perdido tras la dramática caída de Luis Ocaña en la bajada del Col de Menté bajo una terrible tormenta. A la llegada a Luchon, pensó retirarse y al día siguiente no quiso vestir el maillot amarillo como gesto de respeto a su acérrimo pero ese día desgraciado rival. A todo esto, aquella infernal etapa la ganó un tal José Manuel Fuente, no sé si les sonará… Este vídeo lo cuenta muy bien.

Este año el Tour de Francia ha vuelto a su diseño clásico, con un bloque de Alpes -que de las tres, nos dejó dos bastante aceptables etapas y una sensación de dominio incontestable del Skype– y ahora el bloque de Pirineos, con otras tres jornadas. No seguidas, porque han intercalado un día de alivio previo a la traca final. Ya se sabe que la ronda francesa no es muy proclive a los experimentos y a las innovaciones, que sí han introducido en los últimos años -y con éxito- la Vuelta a España y el Giro de Italia. Ellos tienen la materia prima de su exuberante geografía y el calor del mes de julio, y con eso piensan que les basta para seguir siendo la primera carrera del mundo y que nadie les tosa. El año pasado sí diseñaron un recorrido en cierto modo novedoso, con la montaña repartida en cinco sesiones de dureza progresiva. Pero en esta edición del Tour 2018 han vuelto a lo tradicional. En todo caso, sí han aceptado que las etapas cortas y explosivas a veces dan más espectáculo que las desesperantemente largas. En los Alpes ya tuvimos una de apenas 100 Km y el próximo miércoles espera otra, ojo, de 65 km.

  1. El mismo Merckx, subiendo Pla d’Adet, empezó a verle las orejas al lobo y supo que no iba a tener tan fácil conquistar su sexto Tour, presagio que se confirmó unos días después, ya en los Alpes, precisamente en la pradera del lobo -que eso significa Pra-Loup-, donde Thevenet acabó con su tiranía, y sería ya para siempre. Aquí un video de aquello.

Y esta vez los Pirineos serán el juez de la última semana. El martes, lo que dirán que es un aperitivo tiene un final apto para emboscadas. El Portet d’Aspet -en cuyo descenso se mató Casartelli-, el Menté -en cuyo descenso se dejó Ocaña las costillas y el Tour- y el Portillon, uno de esos puertos pirenaicos pequeños pero matones. Una añeja ruta pirenaica de rancia leyenda, que hacía tiempo que no se reeditaba y en la que, ya lo ven, casi siempre pasaron cosas.

  1. Van Impe sentenció la carrera con un ataque en el Portillon. Nadie fue tras él porque restaban más de 50 kilómetros y tres puertos por delante, era una locura pensó Zoetemelk, pero el pequeño escalador belga enlazó con un grupo cabecero, encontró colaboración entre otros de un viejo Ocaña, y ya en solitario afrontó como un cohete la última ascensión. No le vieron hasta la meta en St Lary. Esta fue la triunfal llegada.

El miércoles es el día del experimento. No es novedad que se suban el Peyresourde y Val Louron, pero si la última cima, un inédito Col du Portet, 2.215 metros, el paso más alto de los Pirineos y techo de esta edición. Pero, sobre todo, que todo esto quepa en 65 km, de los que unos 40 serán cuesta arriba. Si alguien planea un ataque de salida, puede tener efectos devastadores. Si no, echaremos de menos a Alberto Contador.

  1. Entre Pau y Luchon, entraron en escena por primera vez los colombianos. Sin más táctica ni estrategia que tirar hacia arriba, los escarabajos Patrocinio Jiménez y Edgar Corredor reventaron la carretera y destrozaron todos los órdenes establecidos. Tras el inmenso caos, la etapa la ganó un jovencito Robert Millar, seguido a sólo 7 segundos por uno al que le llamaron “le fou des Pyrinées” y luego ya fue conocido como Perico Delgado. Salió reforzado de aquella tremenda jornada el hasta entonces gregario del ausente Hinault, para más señas Laurent Fignon, a la postre ganador de ese Tour. En un día había cambiado el ciclismo mundial. Así llegaron a Luchon.

Y después del día de transición del jueves, el viernes sí que toca un clásico entre los clásicos: el cóctel Aspin, Tourmalet y Aubisque. ¿Cuántas veces habrán hecho esta ruta leyendas del ciclismo de todas las épocas? ¿Cuántas cosas han pasado por allí? Pero este año hay novedad -¿quién ha dicho que el Tour no innova?. Lo más habitual era que cuando este trío de colosos se afrontaba en dirección Este-Oeste, la etapa terminaba en Pau, esto es, a 50 km de la última cima. Pero esta vez la meta la han puesto en Laruns, justo donde te caes desde el escalofriante descenso del Aubisque. Este Tour se puede ganar o perder bajando.

  1. De Jaca salía la etapa que terminaría en Val Louron, 229 km y por medio Pourtalet, Aubisque, Tourmalet y Aspin. Ese muchachote al que todavía llamaban Mikel, que decían los entendidos que iba a ser el Moser español, rompió el Tour junto a Claudio Chiappucci, ascendió definitivamente a jefe de filas del Banesto e inauguró, ni más ni menos, la era Induráin. Aquí más dos horas de aquella etapa, con el histórico Paco González en la narración.

No se habrá terminado aquí la cosa, porque antes de volar a París restará la única contrarreloj individual de este tour -¿Se acuerdan de cuando había dos o tres cronos y eran de 50 Km o más? Esta son 31 km por los Pirineos Atlánticos, es decir, no se atisba ni un kilómetro plano. La cuestión, sea como sea y donde sea, es que estos días nos van a desvelar la verdad de este Tour, y si alguien todavía mantiene la máscara, se la van a levantar. Sabremos entonces cómo se comporta Geraint Thomas en la tercera semana de una gran vuelta; si a Chris Froome le pasa factura el Giro o por el contrario es capaz de completar el doblete 20 años después; si Mikel Landa va de menos a más; si Nayro Quintana encuentra arrestos para atacar; si el esloveno Roglic es más que un invitado de paso; si Tom Dumoulin puede llegar a la crono con expectativas de ser el tercer holandés en ganar un Tour.

  1. Decían que era torpe en la bici, que bajaba con miedo, y según coronaban el Peyresourde, Chris Froome miró hacia adelante y se tiró cuesta abajo, pasmado dejó a Nayro con el bidón de agua, lo tiró con rabia, pero ya era tarde. Con una segunda edición de “El loco de los Pirineos” en el mismo escenario y narrado por su autor original, el británico empezaba a ganar su tercer Tour. Y cómo lo celebró…

Sí, los Pirineos pasan esta semana por el Tour, y siempre pasan cosas. Estemos atentos… y disfrutémoslo.

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