Fue Manuel Rivas el que dijo “¡Esto es Shakespeare!” hace ya más de 20 años, así que no me voy a apuntar el recurso. Pero es verdad que a veces el Ciclismo tiene episodios que bien parecen recreados por una mente ingeniosamente retorcida a la vez que poética, sí, por el genio de Stratford-upon-Avon. La jornada del domingo por los montes del Jura, la que decían etapa reina de esta edición del Tour de Francia, tuvo épica, tragedia y algo de irónica comedia. Hubo injustas desgracias, fracasos dolorosos, algún villano y hasta una heroica victoria hurtada en el último instante por una miserable Foto finish. Y mucho sudor, sufrimiento y hasta sangre por esas cuestas impenitentes y bajadas traicioneras. Puro Shakespeare.
Por lo demás, sí que clarificó el panorama la esperada etapa de la Biche, la Grand Colombier y el Mont du Chat. Después de ella, sabemos quiénes no van a ganar el Tour 2017. Desde luego Richie Porte, irremediablemente Alberto Contador, y con toda probabilidad Nairo Quintana. Después del día de descanso, hoy empieza otra carrera. Con otras expectativas para muchos, con confirmadas aspiraciones para algunos ya pocos, y con nuevas marcas en el calendario. El jueves y el viernes, los Pirineos, con dos enormes etapas, muy distintas entre sí y con posibilidades diversas de afrontarlas. La semana que viene, dos jornadas de colosos alpinos. Queda mucho Tour por delante, veremos si también mucho Shakespeare.
Con todo, con un tercio de la carrera ya cubierta, podemos constatar qué ronda francesa tenemos. La ruleta rusa de cada año ha sido implacable, a saber: Valverde, Ion Izaguirre, Peter Sagan, Cavendish, Geraint Thomas, Porte, Demarre, Gesink, Van Emden. Todos nombres ilustres, todos fuera de juego. Por unas razones o por otras, pero principalmente por una: esto es el Tour. Otros van muy tocados, y tendremos noticias de ellos en los próximos días. Los últimos tours han llegado a la última semana con todo el pescado vendido, mejor dicho, con las pocas raspas que quedaban en las piernas de los ciclistas. Hasta el pasado domingo hemos tenido grandes momentos y alguna etapa espectacular, como la citada de Chambéry, que ahí quedará para la historia. Pero sería una auténtica pena asistir al espectáculo del Galibier y el Izoard con los favoritos supervivientes subiendo de la mano.
Sí es verdad que, a diferencia de otros años, la carrera no ha quedado sentenciada al primer encuentro serio con la montaña. El maillot amarillo por ahora está abierto, y esta vez Chris Froome va a tener que defenderlo, por lo menos, una semana más. Eso sí, cuando han llegado los primeros momentos de la verdad, al británico se la ha visto el más fuerte. Romain Bardet está crecido, y su arrebato feroz en el temible descenso del Chat le da crédito, pero habrá que ver si sus piernas y su cabeza se lo terminan de creer. Fabio Aru venía como una moto, y así lo demostró en la primera semana, pero el otro día, justo en las rampas más exigentes que se han afrontado hasta ahora, no tuvo la misma respuesta. ¿Sorpresas, tapados? Cada vez ya menos. No veo Uran, a Fugslang o a Dani Martin más allá de merodear el podio, si falla alguno de los otros tres. De Landa sólo podemos esperar denodado trabajo para su líder. Y de Contador, que dé espectáculo, nada más… y nada menos.
Y, en fin, siempre cabe esperar que los días que quedan nos deparen algún que otro episodio shakespeariano. Sí, ya sé que en el Tour y en todas las carreras, grandes, medianas y pequeñas, hay un personaje clásico, que es el que oficialmente se encarga de poner a cada uno en su sitio, y no es otro que el intransferible Tío del Mazo. Pero no me negarán que, cuando además se alía con Shakespeare, los mazazos, igual de inclementes, son incomparablemente más poéticos.
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