No nos ha dado la Eurocopa 2016 más que para este post, cuando ya se ha terminado todo. Ciertamente, no hemos aprendido mucho en este mes de fútbol europeo. Pero si alguna idea puede resumir lo visto, bajo nuestro punto de vista, es que esta edición ha castigado a los que han intentado jugar, a los que más generosos han sido en la interpretación de este juego.
Sistemáticamente, la competición ha ido penalizando a los equipos que proponían fútbol algo alegre, ofensivo o vistoso. En cambio, los que han obtenido premio han sido los que han especulado, han jugado bien resguardados y han esperado al fallo del rival. Selecciones como Alemania, Croacia, Bélgica o España –sí, también hay que decirlo- se han ido quedando en las cunetas. Y arriba en todo lo alto estaban ayer Francia y Portugal, con grandes futbolistas sin duda, pero con planteamientos absolutamente rácanos que les han dado resultado. De las dos, en la final de ayer, eran los bleus los que tenían la obligación de tomar la iniciativa. Y han sido los que han perdido. Les devolvieron la moneda que usaron en la semifinal con Alemania. Por lo demás, cinco ideas para glosar la Eurocopa y tomar nota… u olvidarse de ella.
1. Ganan las defensas. El fútbol también tiene su ley del péndulo, como la filosofía y el arte. Tiempos en los que ganan los buenos ataques y otros en los que triunfan las defensas y los sistemas blindados. La selección española lideró una época de fútbol ofensivo y talentoso, definió un estilo que luego otros siguieron, basado en la posesión del balón. Pero otros ya han dado con el antídoto, y en esta Eurocopa han primado los entramados bien diseñados para neutralizar la creatividad, sobre todo a base de físico y coberturas muy rápidas. Pintan bastos, y habrá que esperar a que surja otra idea que nos devuelva el espectáculo. Por cierto, ¿dónde está Holanda? El fenómeno no es sólo europeo. En América, es Chile la que lleva dos años imponiendo su estilo basado en la disciplina y sudor colectivo. Los talentos de Argentina no consiguen meterle mano, y de Brasil también seguimos sin noticias, buenas queremos decir.
2. Muchos equipos y muy iguales. Las competiciones se agrandan en equipos y en partidos, más que nada, para hacer más dinero, y en Francia se ha inaugurado la Eurocopa de 24 equipos. El problema, además de que baja el nivel medio, es que en un torneo continental no hay la diversidad que puede propiciar un Mundial. En esta edición hemos visto demasiados equipos similares, cortados por el mismo patrón. Se los distinguía por las camisetas, si es que no habían cambiado su indumentaria habitual. Y en un escenario de tanta igualdad, tan escasas variantes y mínimas posibilidades de sorprender, muchos partidos han sido como echar los dados. A unos les salía un “cuatro” y ganaban, y al siguiente les salía un “dos” y perdían. Y el que tuvo la suerte o consiguió que al rival le saliera siempre un “uno”, se fue llevando los gatos al agua.
3. Futbolistas sobrevalorados. Los mercados del fútbol son ahora así, y la calidad de los jugadores se supone en función de lo que se paga o se pide por ellos, algo así como la valoración de las empresas. Nos pintan entonces figuras que luego, sinceramente, las ves en los grandes partidos y uno se rasca la cabeza. Inglaterra es posiblemente la selección con más jugadores sobrevalorados, la Premier mueve mucho dinero, y si un grande le paga una millonada a un Southampton por un buen elemento, ya se le eleva a la categoría de potencial astro del balón. Así se nos vende a un Sterling como si fuera Pelé, o a un Lallana como si habláramos de Platini. No son los únicos, Bélgica también tiene unos cuantos que valen más de lo que realmente aportan, y nosotros mejor vamos a callarnos con Morata, por ejemplo. En cuanto a Francia, ¿pues cuánto dicen que vale Pogba…?
4. ¿Quién ha sido distinto? Griezmann, sin duda, ha sido el único jugador diferente de esta Eurocopa, el que inventaba, el que sorprendía, veloz de piernas pero sobre todo de ideas. Por él ha llegado Francia a la final, y por él ha sido favorita hasta el minuto 110 de la prórroga. Pero le ha faltado rematar, o mejor dicho, es que él es el encargado de finalizar las jugadas, no de crearlas. Y el músculo es capaz de hacer muchas cosas, pero no de ver todos los desmarques. Se queda el MVP finalmente y es justo, estos premios suelen ser para los delanteros, y ha sido posiblemente el único que ha cumplido las expectativas.
5. Volvemos a tener un problema con los violentos. Otra mala noticia de esta Eurocopa es que hemos visto reeditarse la violencia en los estadios y en las calles, una lacra de los ochenta que creíamos superada. Por suerte, las selecciones cuyas aficiones han generado mayor conflicto se han ido pronto a casa. Pero no debemos perderlo de vista. Cuando en el fútbol hay problemas de convivencia, es que los tiene la sociedad.
Y al final se la ha llevado Portugal. Un país con tradición que seguramente merecía tener este título en su historial. Lo que pasa es hubo otras selecciones lusas, en el pasado, que seguramente lo merecieron más. Aquí se han parecido más a la Grecia que, precisamente, les birló la gloria en su propia casa en 2004. Habrán aprendido de aquello. La final fue un calco de sus anteriores partidos, de todo su torneo. No hicieron nada para ganar, no fueron mejores que nadie. Pero nadie, al final, fue capaz de vencerles. Jugaron al fallo del rival, y todos fallaron. Luego, en ausencia forzada de Cristiano, encontraron en Eder a su héroe inesperado. Valga la final de ayer para resumir y condensar lo que ha sido esta eurocopa.
Y hasta aquí este rápido análisis –de la selección española ya esbocé algo la semana pasada- de la Eurocopa 2016. Que nos haya sido leve, y a esperar mejores tiempos para el fútbol. Pero he aquí que en pleno mes de julio ya estamos hablando del Balón de Oro. Qué aburrimiento, Señor…