Ya casi no me acuerdo de su gol a la media vuelta que machacó la flor de Holanda, ni del cruel que nos cascó en el Bernabéu sorprendiendo hasta a las cámaras de televisión. O de los dos con los que devolvió a la realidad al Atleti en la repetición de su llorada final de Bruselas. Qué decir que los tres que le endosó a la URSS en la final de la Eurocopa.
Oí decir que Gerd Müller no metió un gol bonito en su vida, imagino que habladurías o simplificaciones fáciles de hacer cuando ni la memoria ni las imágenes pueden rebatirlas. De 533 que marcó con el Bayern de Múnich y 68 con la selección alemana, alguno lo tuvo que ser. Y si no, da igual. Fueron muchos y tantos tan importantes… Pero casi no me acuerdo.
También leo a algún gurú del fútbol que en realidad no era exclusivamente un jugador de área sino que se movía muy bien fuera de ella, era mucho más jugón de lo que se creen, esto es, no un goleador nato sino un jugador que goleaba. Como casi no me acuerdo, para mí ha sido simplemente el mejor “9” que he conocido. Aquel Bayern tenía de todo, pero fundamentalmente Maier paraba, Beckenbauer organizaba en todo el campo y Müller subía los goles al marcador.
Los habrá habido más finos, elegantes, plásticos, con más vuelo, con una pegada demoledora… casi no me acuerdo de todos los delanteros centro que he visto. Pero Müller era un alquimista del gol, los fabricaba de todas las maneras, veías que agarraba un balón en el área y sabías dónde iba a terminar, se quedaba suelto y ya te esperabas quién iba a aparecer para reconducirlo a la red. Torpedo le llamaron y creo que se quedaron cortos, en realidad era un submarino rojo multiusos con salidas de misil por todos los costados. Tenía artillería pesada desde luego, pero también sabía manejar sutiles dosis de efecto letal.
Franz Beckenbauer casi no se acordará, pero él con lo que ha sido y a lo que ha llegado, ha dicho que nada de lo que consiguieron aquel Bayern –tres Copas de Europa consecutivas- y aquella Alemania –Eurocopa y Mundial en dos años- hubiera sido posible sin Gerd. Qué diferentes destinos los de ambos, si el Kaiser bien podría llegar a canciller si se lo propusiera, al otro qué poco bien se le ha dado su vida de ex futbolista.
Casi no se acuerdan los recién llegados, que se piensan que Müller es Thomas, el vertical media punta de estos tiempos. Pues miren, aún hubo más: un Dieter que también visitaba las áreas; un Hans que sólo usaba una pierna, la izquierda, prodigiosa eso sí; un Manfred, que era portero. Y seguramente me olvido de otros, porque el apellido es más que común en ese país. Pero quien lo hizo sonar a fútbol fue sin duda el Torpedo.
Emergió con aquellos 10 goles en su primer Mundial en México que le valieron el Balón de Oro, se consagró con los cuatro -dos de ellos de-fi-ni-ti-vos- que dejó en el Mundial 74, el que la orange de Johan Cruyff y Rinus Michel les iba a usurpar en su propia casa. Y por intermediación de él, fue que no. Qué bien le tuvo que saber ese colosal puro que se fumó con Paul Breitner en la noche loca de celebración. Y entonces se retiró de la selección. Le quedaban dos Copas de Europa por ganar.
Casi no me acuerdo de todo esto que cuento, pero lo peor es que seguramente él ya no se acuerda de nada. La memoria de Müller es para no perderla los que creemos en los dioses del fútbol… aunque él la esté perdiendo y además nunca se creyó un dios.
Y vean que los metió de todas las clases, y también bonitos https://www.youtube.com/watch?v=ZIl3EF4yyuE
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