¿Te imaginas a John Lennon con 75 años? Los hubiera cumplido hoy, y no es fácil imaginarle. ¿Cómo hubiera pasado estos últimos 35? Lo seguro es que no estaría haciendo lo que hoy Paul McCartney, siempre en escena, de cara al público, de concierto en concierto sin parar, a merced de días muy ocupados para no tener que pararse a pensar. No le veo en esa dinámica ni escalando la Torre Eiffel. Pero eso sí, tampoco sentado en un jardín inglés esperando a que salga el sol.
Cuando se piensa en alguien que lleva todavía más tiempo vivo que muerto, y sin embargo parece que hace tanto que se fue, te das cuenta de lo intensa que debió ser esa vida. Nos da la sensación de que todos estos años sin Lennon han cundido tanto, han pasado tantas cosas, es un mundo tan diferente… Pues seguramente él diría que no, que es el mismo que él vivió. Con las mismas tonterías, las mismas miserias y los mismos juegos de la mente. Seguiría recordando personas y lugares que han cambiado, algunos para siempre y no para mejor, pero al fin y al cabo nada habría cambiado su mundo.
Pensándolo bien, posiblemente ni Paul estaría haciendo lo que hoy hace de estar John ahí. No por nada, es que no es lo mismo quedar uno que estar los dos. Y al fin y al cabo han sido caracteres tan distintos, tanto para compenetrarse como para discrepar. Pero ese es otro tema. Ahora estamos soñando, no con el pasado sino con un hipotético presente, aunque no podamos evitar que el corazón nos lata más deprisa. No creo que hubiera perdido el control, pero a lo mejor a veces nos lo hubiera hecho creer.
Las palabras habrían seguido manando como la lluvia interminable, y hasta las que nos entendiéramos habrían quedado ahí puestas, intocables. La mitad de las cosas que diría parecerían carecer de significado, sólo él sabría siempre a quién se lo dice y para quién va su canción de amor. Podríamos pensar cualquier cosa y no íbamos a tener razón. Sabemos que nada en la vida ha sido mejor después de él, pero le hemos hecho caso y no nos hemos quedado en casa, hemos salido a jugar. Quizás más de una vez hemos pensado qué mejor no moverle, no despertarle, sólo estaba durmiendo, dejémosle.
El mañana nunca sabe, y nosotros menos cómo hubiera sido ese mañana. No le supongo grandes producciones ni ambiciosas giras, sí alguna comparecencia para la galería y más de un momento genial, siempre en la dosis justa. Mucha reflexión y mucha meditación, pero ya no pintándose a sí mismo en una barca que va por el río, eso ya pasó. Más bien le veo sentado ahí al fondo, en posición mayestática, sabiendo que podía celebrar, señalar y opinar de lo que él quisiera, serio y sin embargo riéndose por dentro de los que habrían seguido haciendo el ridículo a su costa o en su honor. “¿Pero no eres tú ese que sale en la camiseta? – Qué va, es John Lennon, uno de los Beatles?”. Porque una cosa sí os digo es: allá donde estuviera y lo que hiciera, no hubiera dejado de ser libre.
Y en fin, la vida habría seguido pasando mientras estamos ocupados en otros planes…