Ya estamos con la marmota. El año pasado echamos buena parte del otoño y el invierno debatiendo, a veces con la razón y otras con el hígado, si el Balón de Oro debía ser para Cristiano, para Messi o para Ribéry. Casi nadie se planteó si los mejores jugadores de 2013 no habrían sido Ibrahimovic, Yayá Touré y Lewandowski. Ahora andamos otra vez a vueltas, y nos durará hasta enero, con el crack argentino y el fenómeno portugués en la palestra, acompañados esta vez por el buen portero alemán Neuer. ¿Y si resultara que el mejor futbolista a lo largo de 2014 hubiera sido un tal Arjen Robben calvo y con cara de malas pulgas?
No es que queramos negarle méritos y reconocimiento a los dos grandes astros de esta época, que además este fin de semana han regalado sendos hat tricks. Pero tampoco neguemos que así son los premios mediáticos, y este más que ningún otro en el universo del fútbol. Desde su nacimiento, el Balón de Oro fue unas veces justo y otras más o menos cuestionable según qué año, a quién y con qué criterio: junto a los Cruyff, Beckenbauer, Platini o Van Basten, están Paolo Rossi, a quien se lo dieron por tres inspiradísimos partidos del Mundial 1982, o Kevin Keegan, que lo recibió sin haber jugado el de 1978. Pero desde que entró la FIFA por medio, ya lo emborronó definitivamente. Lo convirtió en una feria, con gala de Eurovisión incluida. Antes votaban periodistas europeos, luego periodistas mundiales, de Brasil a Burkina Faso, y ahora también los capitanes y los seleccionadores de todos los países. De los que sólo ven liga inglesa o de los que principalmente se lo cuentan. Y si además les dice Blatter lo que tienen que votar, pues aún no se ha demostrado pero a muchos tampoco les sorprendería.
Lo que está claro es que, para ganar este galardón del ego en los tiempos de culto al ídem, hay que ser un personaje que atraiga los focos, que llene pantallas y carteles de anuncio. Difícilmente hoy se lo darían a un Florian Albert o a un Oleg Blokhin cuando el Dinamo de Kiev era un equipo soviético. Y los criterios bailan, ahora cuenta el Mundial o ahora no cuenta, pesa la trayectoria o prima un momento puntual durante la temporada. Por ejemplo, el último partido de Liga o de Champions.
Siempre se ha entendido que los premios anuales se dan a los mejores de ese año. Y debería sumar todo lo que ha sucedido de enero a diciembre y restar lo que no ha sucedido. Cristiano Ronaldo completó una pasada temporada sensacional y lleva un comienzo de esta imponente, con registros siderales. Pero en el Mundial prácticamente no estuvo. Leo Messi sigue siendo a nuestro juicio el mejor futbolista del mundo, pero durante la mayor parte de este año no ha ofrecido su mejor versión, ni con el FC Barcelona ni con Argentina. Y Manuel Neuer se proclamó campeón del Mundo y fue el mejor portero en Brasil, ¿pero fue realmente el mejor alemán? ¿Qué me dicen de Thomas Müller, por ejemplo, que además ha jugado a altísimo nivel todo el año? Y luego algún sibilino podrá pensar: ¿por qué no se nominó a Iker Casillas cuando Sudáfrica 2010 o las eurocopas de 2008 y 2012? Ah, que resulta que a otro portero alemán, Oliver Kahn, sí le nominaron cuando fue subcampeón en Corea y Japón 2002. También es casualidad.
Pues miren por dónde, Robben, que tiene 30 años aunque aparenta 45, ha completado el mejor año de su vida. Ha jugado maravillosamente con el esplendoroso Bayern Múnich, con el que ha ganado títulos y ha sido decisivo. Y además fue para muchos el mejor jugador del Mundial. El holandés mantiene la misma electricidad, talento, desborde y potencia rematadora que derrochó en PSV, Chelsea y Real Madrid, pero además ha madurado, ha mejorado enormemente en visión de juego y ya no es tan individualista. Ha firmado durante 2014 obras extraordinarias, partidos memorables, goles y pases de gol. Ah, y prácticamente no se ha lesionado, ese que fue uno de sus lastres durante gran parte de su carrera.
Así que yo voy a hacer como solía la revista France Football, la inventora del hoy sobredimensionado premio. Ni gala ni nominados ni historias. Sacaban la portada de su número de diciembre con la foto del ganador portando el preciado trofeo. Y mi Balón de Oro 2014 es para Arjen Robben. Eso sí, no ha votado nadie más que yo. Y no he podido sacarle con la bola dorada en brazos, así que he tenido que retratarle señalando lo que, a mi juicio y con perdón, se merece.
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