¿Es candidata Holanda?

La respuesta va a ser que sí. Antes de comenzar el Mundial 2014, nadie hubiera dado mucho por ella. Pero a día de hoy, Holanda se ha dotado de sólidos pronunciamientos para aspirar seriamente en Brasil el título que los mundiales les deben. Vaya por delante que el máximo favoritismo sigue correspondiendo a las sudamericanas, empezando por la anfitriona, a la que quizás no volvamos a ver contra las cuerdas como el sábado ante Chile. Pero si hay alguna candidata a romper ese pronóstico, aquí estamos ante una de ellas.

Cuando Louis Van Gaal se hizo, por segunda vez, con las riendas de la selección oranje, pocos motivos había darles mucha chance. Su precedente fue no clasificarles para el Mundial 2002 de Corea y Japón, después de haber alcanzado las semifinales en Francia 98. Ahora venían de fracasar rotundamente en la Eurocopa 2012, y su arranque fue un amistoso en Bruselas en el que Bélgica les pasó por encima. Luego, eso sí, tuvieron una fase de clasificación impoluta, sin sobresaltos. Pero no terminaban de convencer a los apostantes, las figuras se antojaban ya viejas –van por su tercer mundial- y esta vez no aparecían los nombres jóvenes rutilantes de otras veces, si acaso Strootman, lesionado toda la temporada y por lo tanto baja irremisible. Insertada en uno de los grupos teóricamente más fuertes, muchos de los pronósticos apuntaban a una eliminación prematura.

Pero los mundiales, y en general los campeonatos cortos, también son estados de ánimo. La soberbia segunda parte que realizaron ante España les hizo creer. Golear a la campeona del mundo, tomarse tan sonada revancha de aquella final de Sudáfrica, propulsó su autoestima. Y se ha notado en sus compromisos posteriores. Sin deslumbrar con su juego, es cierto, pero hacen goles, remontan marcadores, ganan partidos. Se sienten ganadores. Ayer ante México no jugaron prácticamente nada durante una hora. Cuando la urgencia les obligó a reaccionar, no es que hiciern nada del otro mundo, pero se ampararon en su pegada. Su poderío por alto en los corners, las incursiones de Robben o algún zapatazo como el que enganchó Sneijder. Ahí están en cuartos frente a Costa Rica. No deberían confiarse porque esto es fútbol, los “ticos” tienen tiempo hasta el sábado de recuperarse del palizón de ayer, están jugando muy bien y vienen también con mucha moral. Pero la indiscutible favorita es Holanda, no me digan que no.

Ahora el debate: ¿gusta esta selección holandesa como la que siempre conocimos y tanto nos enamoró? Pues no, está claro. Le sucede algo parecido que a Brasil, ha perdido encanto. En Sudáfrica se dijo que con Van Marwijk habían traicionado su estilo, se habían vuelto más especuladores, más toscos, y desde luego en la final fueron duros hasta rozar la violencia. Con Van Gaal parece que quieren parecerse un poco más a sus antepasados. Pero lo que fundamentalmente les falta es gente que de salida al balón con calidad, un Krol, un Koeman, un Rijkard o un Frank de Boer, y eso no se puede inventar ni disimular. Daley Blind, el hijo del gran Danny Blind, es una de sus mejores noticias de medio campo para atrás, le falta todavía algún hervor, pero su centro a Van Persie en el gol del empate frente a España fue toda una tarjeta de presentación. Luego están algunas cositas raras que, fiel a su tradición, hace don Louis, unas les salen y otras claramente no. Pero donde conservan toda su esencia, su talento y su alta escuela es en el ataque, con un tridente veterano pero que parece recién salido de revisión. A veces parece desenchufarse, como ayer durante la primera parte. Pero cuando entra en acción es letal.

Mención aparte merece Arjen Robben. A sus 30 años, se le ve en el momento más dulce de su carrera. Ha madurado y sin embargo no se le atisba declive físico, mantiene intacta su electricidad, su velocidad, regate, disparo… y no se lesiona tanto. Es menos individualista, ha desarrollado su visión de juego –puede que jugar con Guardiola le haya venido estupendamente. Y sobre todo, parece haberse quitado aquel estigma de perdedor que le colocaron –o que él un poco se ganó- tras sus fracasos puntuales en grandes finales. Puede que el gol que lograra en el último minuto de la final de Champions ante el Borussia Dortmund le redimiera de sus miserias anteriores. Aquí se ha tomado cumplida revancha de Casillas –aunque seguro que no hubiera cambiado los dos chicharros que le endosó por el que le sacó Iker en Johannesburgo. Ayer apareció en el momento preciso para echarse el equipo a la espalda y resolver un partido complicadísimo. En fin, está imparable.

Y en lo que da la impresión de que ésta le gana a otras selecciones holandesas es en carácter. La de Cruyff del 74, la de Rensenbrink del 78, la de Van Basten y Gullit de Italia 90, la de Bergkamp, Winter y Brian Roy en el 94 o la de Kluivert, Seedorf y los de Boer en el 98, cautivaron con su fútbol, su elegancia, su poder ofensivo… pero no destacaron especialmente por su ambición. Pecaron de autosuficientes más de una vez, se conformaron con quedarse cerca de la cima en alguna que otra ocasión. Y estos, en cambio, parecen decididos a no ser esta vez finalistas. Lo que pasa es que, a lo mejor, esa determinación la han ido a sacar en la cita y en el sitio más difícil. Ganar un mundial sería de justicia para su historia, lograrlo en Brasil sería una hermosa coronación para el fútbol de los Países Bajos, pero la empresa es tan casi imposible… al menos todavía les queda decir que casi.