Windows XP fue lanzado en todo el mundo el 25 de octubre de 2001, apenas mes y medio después de los atentados del 11 de septiembre. Para darnos una idea del contexto histórico. En España, el evento de lanzamiento tuvo lugar en el pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Para darnos idea de cosas que ya no existen. Y del tiempo pasado.
Hoy termina su ciclo de vida oficial este sistema operativo, sin duda el más exitoso de los creados por Microsoft. El hecho no es achacable esta vez a la estrategia de las compañías tecnológicas de ir reponiendo inventario y haciendo inservible lo anterior para que sus fieles usuarios sigan rascándose el bolsillo. Su fin estaba anunciado hace ya tiempo, además son muchos 13 años para un producto de estas características, la materia gris que hace funcionar unos aparatos y dispositivos que tanto han cambiado durante este período –¿cuántos usábamos entonces el clásico PC de sobremesa y cuántos lo usamos hoy? Y es verdad que otros fabricantes de software conceden menos plazo de caducidad a sus creaciones.
Quizás el problema de Windows XP haya sido, paradójicamente, su propio éxito. Porque quizás fue el mejor hecho o el que mejor les salió a los de Redmond. Para los usuarios personales, infinitamente más maduro, estable y funcional que aquel Windows 95; para las empresas, perfectamente asumible para las que ya habían apostado y las que decidirían apostar por las plataformas de empresa de la compañía –Windows NT, 2000…; para la industria, sin el halo de polémica que rodeó a Windows 98 y ya superado el trauma del juicio antimonopolio que su puesta en escena con el navegador de Internet incorporado desencadenó. Además hubo un cierto componente psicológico. La decisión de Ballmer y Gates de no aplazar la fecha de lanzamiento, cuando tantas cosas en Estados Unidos y en el resto del mundo se habían paralizado tras el fatídico 11-S, fue como un estímulo en plena depresión, la empresa quizás más poderosa del planeta por entonces decidía no amedrentarse y tirar hacia adelante.
En efecto, entró en el mercado como un cohete y, en dos años, ya estaba instalado en 500 millones ordenadores de todo el mundo. La cuestión vino cuando tocó sustituirlo. El rotundo éxito, tanto de crítica como de público, lo iban a pagar las versiones posteriores. En 2006 ponía en juego Microsoft su nuevo sistema operativo, Windows Vista, y el fracaso fue sonado. Vilipendiado por los expertos y ninguneado por los usuarios, apenas le quitó cuota a XP. De hecho, la compañía hubo de apresurarse a sustituirlo, y sólo tres años después traía al mercado Windows 7, que este sí, recibió mejores críticas y se vendió razonablemente, pero mucha gente siguió sin moverse porque seguía sintiéndose cómoda con lo que tenía desde hacía ocho años; finalmente, en octubre de 2012, vio la luz el actual Windows 8, cuyas ventas, según los analistas, avanzan más lentamente de lo esperado.
El caso es que a día de hoy Windows XP, un sistema operativo con 12 años y medio de vida al que hoy se deja de dar soporte, sigue instalado en aproximadamente el 30% de los PCs que hay por el mundo. En España se estima en un 20%, lo que representa unos cuatro millones de ordenadores. Estos usuarios podrán seguir utilizándolo hoy y también mañana, el problema les vendrá al no recibir actualizaciones de Microsoft, y sobre todo cuando los anti-virus dejen de contemplar este sistema, cuando tengan que comprar periféricos y ya no sean compatibles… y en fin, cuando quieran actualizarse a 8.1 –la última revisión del actual Windows– y comprueben que su ordenador de hace quince años ya no está preparado para asumir el nuevo software, con mayores requerimientos de sistema. Los más afamados de fabricantes de PCs tienen preparados descuentos y ofertas para estos clientes –personas y empresas- que ahora deban renovar sus equipos. La cuestión es si, puestos a cambiar, ahora optarán por comprarse otro artilugio distinto.
Porque si cierto es que Microsoft no ha visto peligrar su cuota de mercado en el universo del ordenador personal –se mantiene en torno al 90%-, lo que está cambiando a pasos agigantados es el mapa de los dispositivos. De acuerdo con la consultora IDC, en 2013 se vendieron en España 910.000 PCs de sobremesa, por 1,7 millones de PCs portátiles y 3,8 millones de tabletas. En este último segmento, la penetración de Windows se queda alrededor del 15% y no termina de repuntar. Como en el de teléfonos móviles inteligentes, que por cierto, el flamante nuevo CEO de Microsoft, Satya Nadella, ya ha dicho que el futuro va por ahí. En los próximos meses, un 30% de sus usuarios pueden empezar, efectivamente, a irse por ahí.
En fin, la de Windows XP ha sido una vida muy larga y su muerte, anunciada hoy a efectos administrativos, será progresiva e inexorable en términos de uso real. Lo que está por ver es si su definitiva desaparición no significa algo más que la de un gran sistema operativo. Y si no sirve para acelerar, cuando no por consolidar, la tan preconizada era post PC. Entonces, habrá sido como aquellos grandes emperadores que a la vez representaron el auge y el declive de su imperio.