Veinte pa Madrid o… ¿ahora no, gracias?

Vaya por delante que siempre he querido ver unos Juegos Olímpicos en Madrid. Hace cuatro años fui de los que tuve una corazonada, que después se convirtió en cabezonada. Porque en realidad esperábamos algo imposible, como después se pudo comprobar, pero la ilusión nos cegaba. He estado releyendo todo lo que escribíamos aquellos días de octubre de 2009, era el primer año de este blog. Y también tenía mis dudas, pero terminaba por pesar más el deseo que la lógica. Toda aquella semana la dediqué a escribir sobre nuestra candidatura a 2016. Esta vez ha sido distinto. En estos cuatro años, apenas hemos visitado el tema cuando conocimos el fatídico logo –El logo feroz -, que pase lo que pase mañana en Buenos Aires, no dejará de ser el más chapucero con el que hemos acudido, sólo menos chapucero que el procedimiento que se siguió para elegirlo.

Sí, ahora es distinto. Y sigo queriendo unos Juegos para Madrid, pero no sé si en 2020. Cuando se lo dieron a Río, pensé que es año era un número más bonito, y acuñé el “veinte pa Madrid” jugando con la celebérrima canción de Ketama, que por cierto ahora me satura un poco. No tengo la misma ilusión. Hace cuatro años las cosas ya estaban muy fastidiadas en este país y teníamos una corazonada, pero del devenir de las cosas desde entonces ha sido descorazonador. Se nos asegura que serán un revulsivo para la economía de la ciudad y, por extensión, para revitalizar el país. Hombre, más nos vale que dentro de siete años no estemos todavía esperando recuperarnos. Y por otro lado, déjenme que lo ponga en cuestión. Por ejemplo, ¿qué tal le va a Grecia nueve años después de Atenas 2004? Porque China no cuenta, es otro mundo, y en cuanto a las últimas, pues lees y unos dicen que Londres va mejor y otros que está igual, en todo caso entiendo que un año transcurrido es poco tiempo como para valorarlo. A Barcelona sí le fue bien después de las del 92, y eso más o menos queremos que pase con Madrid. Pero aquel momento y aquella España no son este momento ni esta España.

Me hace mucha gracia escuchar a gente de la que está a muerte con Madrid 2020 –de ese 90% que nos aseguran los medios que lo están-, cuando se llevan las manos a la cabeza: “¿Pero cómo les pudieron dar los Juegos a Río de Janeiro, con esas favelas, con la desigualdad y la inseguridad que hay…”. Aquí no tenemos favelas, básicamente porque lo llamamos de otra manera. Quien lo ve de día en día lo advierte por las noticias que ha ido leyendo en la prensa, por su situación laboral o por el dinero que tiene en su cuenta corriente. Pero alguien que se marchara de aquí en 2008 y volviera ahora notaría a primera vista el patente deterioro que ha sufrido este país. En calidad de vida, en calidad democrática y en calidad de ánimo. Hoy se ha conocido el informe que revela el drástico empeoramiento de la Sanidad en todas las comunidades autónomas. En Madrid, la sanidad pública se encuentra en pleno desmantelamiento, y si la Justicia no lo evita, los hospitales en proceso de venta a un grupo portorriqueño. De la Educación qué vamos a contar, de los recortes en gastos sociales, del estado de los servicios públicos… Basta un paseo por cualquier céntrica calle para darse cuenta de lo que hay. Sí, se los dieron a Río y nos los pueden dar a nosotros. Sólo que encima, España no tiene en estos momentos, ni de lejos, la capacidad de atraer inversión que tiene Brasil.

Ya no entro en si la candidatura es buena, presentable o cogida por los pelos. No tenemos perspectiva porque mayoritariamente oímos a los que nos dicen que es excelente. No me creo eso de que lo tenemos casi todo hecho, entre otras cosas porque si así es, de aquí a 2020 algo se nos va a quedar viejo. Y en cuanto a si somos favoritos, pues sigamos engañándonos que si informes, que si la mejor nota y toda la estrategia geo-política, porque al final esos cien señores del COI se sientan y votan según se el pie con el que se han levantado. Eso después de cuatro años de campañas, reuniones, comités, visitas, delegaciones, informes, evaluaciones, viajes y más viajes… Eso sí que me solivianta. Si al final esto es como es, ¿no bastaría con que un buen día se reunieran los insignes miembros del Comité Olímpico, ven qué los países que se presentan, eligen el que más les gusta y déjense de cuentos?

Lo que más me gusta es el apoyo incondicional y sin fisuras de todos nuestros deportistas –sin duda lo mejor de nuestro Deporte y nuestros mejores embajadores por el mundo. Eso me anima. Y lo que me desanima profundamente es asistir a las intervenciones y apariciones públicas –ahora sí, cuando las más de las veces se esconden- de toda esa clase política venida a más, que se jactan de que “estamos saliendo de la crisis” porque este mes hay 31 parados menos –con 100 afiliados menos a la Seguridad Social- y mañana, si se gana, tendrán la cara de vendernos que nos han traído los Juegos Olímpicos, contentos y agradecidos tendremos que estarles. Y sin rechistar, como aquel futbolista argentino que recién ganada la Copa al Mundo quiso aprovechar, cuando el dictador Videla pasaba dando la mano a todos, para decirle algo sobre un familiar desparecido. “Calláte gilipollas” le respondió.

En fin, que no sé si veinte pa Madrid o ahora no, gracias. Al final, es como ese viaje que te apetece, pero no te gustan los acompañantes y mucho menos sospechar que tú lo vas a pagar todo.