Cuando el portavoz es la pantalla

Portavoz pantalla

Sucedió el sábado pasado y ya se ha comentado profusamente, pero más que ir a lomos de la actualidad, esta sección tiene por objeto hablar de Comunicación y, entre otras cosas, describir buenas y malas prácticas. Y de entrada os digo que, por favor, esto NO LO HAGÁIS NUNCA. Me refiero a cuando seáis los organizadores o los protagonistas de este tipo de eventos. A los periodistas os diría que no cubráis nunca actos informativos de esta caladura (o cara dura, como prefieran), pero ya se ha visto que iniciativas como aquella tan loable Sin Preguntas no hay Cobertura, promovida hace ya casi dos años y avalada por firmas de prestigio –Antón Losada por ejemplo-, han resultado un rotundo fracaso. Se siguen cubriendo esos molinos de prensa (que de ninguna manera son ruedas de prensa), más que nada porque el redactor es un mandado, y no están las cosas como para cabrear a tu jefe, y sobre todo, a los jefes del jefe. Hubo medios, como eldiario.es, que no se prestaron a asistir cuando tuvieron cuenta del formato y de lo que se perpetraba. Pero fueron honrosas excepciones, porque la plana mayor estaba ahí. Y esta vez no es que no hubiera preguntas, es que no hubo portavoz.

Los hechos ya los conocéis: el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparecía para dar explicaciones, o mejor dicho para negar categóricamente las acusaciones de haber recibido o repartido sobres con dinero negro procedentes de financiación ilegal. Gran expectación, pero su intervención en la sede del PP en la calle Génova, a la que fueron convocados los periodistas, tuvo lugar sólo ante los jerifaltes del partido. Los informadores hubieron de seguirla desde la sala de prensa contigua, en la que se instaló una pantalla en la que aparecía el busto parlante del presidente. Eso fue el portavoz. Y claro, como en el chiste, ya de preguntar ni hablamos. Bueno sí, parece que al final de su discurso tuvo el desparpajo de anunciar que «… ahora quedo a disposición de vuestras preguntas». Claro, de los suyos, que eran los que estaban delante. Nadie de la organización ha pedido la menor disculpa, argumentan que ya se había advertido de que sería así, y de hecho, parece ser que la convocatoria rezaba que habría una “una intervención en abierto a los medios de comunicación”. Vamos, que no era de pago, lo que sin duda es de agradecer.

Independientemente de consideraciones políticas, que hoy aquí no toca, no sé quién aconseja y por quién se deja llevar el presidente –y otros políticos, de su partido y de otros- para desarrollar políticas de comunicación tan patéticas. No se da cuenta de lo que deteriora su imagen, ya de por sí maltrecha. Cualquiera que entienda un poco de este oficio sabe que otorga mucho más valor al personaje dar la cara y enfrentarse a una pregunta difícil, tratar de responderla mejor o peor –que para eso hay que entrenarse y prepararse- que negarse a responder o, lo que es aún peor, negar la posibilidad de existencia de esa pregunta.

Pero esta vez vamos todavía más allá: no sólo cercenamos el derecho a la información creíble y de calidad –que es la que tiene oportunidad de ser contrastada– sino que ignoramos uno de los valores de los que hoy no puede prescindir cualquier persona pública: la cercanía. Aunque sea teórica. Pero si fallan las formas, ya nos imaginamos cómo andará el fondo. Detrás de ese pelotón de periodistas están ni más ni menos que los ciudadanos, que son los que van a recibir el mensaje. Y más allá del contenido, van a saber –han sabido de hecho- que su presidente, al que han votado diez millones de españoles más otros diez que no le han votado pero también son españoles- se ha dirigido a ellos sin dignarse a mirarles, mirando sólo de cara a los suyos, debidamente parapetado tras una pantalla, será que teme que le vayan a soltar también un zapatazo también a él. Pero de verdad, ¿quién asesora, planifica, dirige y ejecuta barbaridades como esta? Cuando la tecnología se lo permita, mandarán a las redacciones y a las casas de la gente una cajita con un holograma, que saldrá y vomitará el discurso en su mesa. Y lo seguiremos aceptando.

Lo único que me queda es aconsejar: a todos los tengáis clientes, directores generales, consejeros delegados, o llevéis a cantantes, artistas, cocineros… Por favor, no les dejéis hacer el ridículo de esta manera. Si queréis decirle algo a vuestro público a través de los medios, hacedlo bien y en forma. Si no está dispuesto a dar la cara, porque se siente seguro o directamente porque le entra flojera de estómago, que no comparezca de ninguna manera. Enviáis una nota de prensa en la que aparezcan sus declaraciones, a más a más editáis un vídeo con su discurso enlatado y lo colgáis en la página web para quien quiera o tenga ganas de ir a verlo. Y así no molestáis ni engañáis a nadie. “El medio es el mensaje”, ¿se acuerdan?. Esa cita es tan antigua como yo, y hay quien parece haberla olvidado, o no haberla escuchado nunca. ¿Dónde habrán estudiado?.

5 Comments

  1. Lo de Rajoy y la prensa es absolutamente vergonzoso. Parece pensar que una vez que es presidente ya no tiene que rendir cuentas a nadie, ni contestar preguntas incómodas…

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