Microrrelatos a quemarropa (XIX)

Llegamos con una nueva entrega de microrrelatos a quemarropa. Vamos ya por la decimonovena edición, así que creo que ya no hace falta que explique en qué consisten. Sí contar que todos coinciden en el exiguo plazo que tuvimos para pergeñarlos, pero no en el tiempo y trabajo real que llevaron. Unos costaron lo suyo y dieron varias vueltas hasta que tomaron la forma que tienen; otros, en cambio, salieron casi al vuelo. Ya sabemos lo que dijo Picasso, que la inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando. En nuestro caso, reconozcamos que no siempre se lo pusimos fácil. Con todo, estos son, casi todos del superado primer trimestre de 2024, más alguno que se nos había quedado del año pasado. Aquí van y espero que os gusten:

Amor de… dos

‘Mide cinco centímetros, usa gafas y viste de azul’, presumía Elisa de su novio. Estaba encantada con él. Podía llevarlo a cualquier sitio en la mano, enseñarlo en cualquier reunión y presentárselo a sus amigas. Era sociable, ingenioso y siempre divertido. En la cama, juguetón y luego estorbaba lo justo. La historia empezó a torcerse cuando su amado regordete empezó a mirarse con un vecino, dos centímetros más alto, algo estirado pero apuesto, con la cara pintada de rojo. Elisa no soportaba esa relación a tres y al final, tuvo que cortar por lo sano. Quién iba a decirle que sentiría celos de su propio corazón.

Insobornable

  • Le daré tiempo, no se preocupe.
  • Se lo agradezco sinceramente, ¿hasta cuándo…?
  • Lo necesario para que consiga la documentación, firme y me la entregue.
  • Entiendo, ¿y después…?
  • El suficiente para que reúna el dinero y me lo pague todo.
  • ¿Y una vez salde mi deuda…?
  • El preciso para que deje la casa y abandone el país.
  • Pero me encontrarán adonde vaya…
  • Para entonces, todo lo suyo será nuestro y no le necesitaremos. No obstante, tendrá noticias…
  • Y una última cosa, cariño: cuando salgas del trabajo, ¿te podré invitar a cenar?

Solícito proveedor

Aquel atractivo e irresistible vendedorconseguía colocarte lo que fuera: una enciclopedia, un televisor, un crédito, un piso… Después, no volvías a verlo durante un tiempo. Pero reaparecía en cuanto preveíamos adquirir o contratar algo: un coche nuevo, cursos para los niños, unas vacaciones en Tailandia… Parecía como si estuviera perfectamente al tanto de lo que íbamos a necesitar. Llevábamos años sin saber de él, pero ahora nos ha llamado: tiene unas arcas preciosas, resistentes y confortabilísimas, que dice que se amoldan como un guante a nuestra personalidad y a nuestras medidas. Como de navegar no tenemos plan, la verdad, no sabemos qué pensar…

Presente

Tan a la moda iba siempre, aunque no pudiera comprarse un mísero traje y no tuviera ya fuerzas para vestirse. Pero no podía consentir que lo vieran decrépito y acabado. Ingenio y clase nunca le faltaban para arreglárselas y componerse una imagen a la última, casi juvenil. No podía fallarles a su familia y a sus amigos, que siempre lo conocieron así. Mucho menos a sus amantes, que en secreto velaban su recuerdo. Tampoco a sus enemigos y despechados, que celebraron su entierro. A todos tendría largo tiempo de aparecérseles y demostrarles que, para ser pasado, el presente no estaba mal.

Como se llame…

Se llama Juan, como papá, dice riendo. Me trae caramelos y chuches y me hace juegos de manos. Con mamá también los hace, pero sin sacar pajaritas del pañuelo. Me gusta que venga, con su cariño y simpatía, parece que la casa se ilumine cuando entra. No como antes, que todo era oscuridad y silencio. Me aburría y a veces tenía miedo. Ahora es en el colegio donde noto algo raro. Me miran, susurran cosas que no llego a oír. Mi madre me dice que no haga caso. Este finde nos vamos de excursión. Sí, con Juan. Allí podré llamarla Isabel.

El décimo

Sin hacerme ni un poquito de caso sigue el vecino. Tan esquivo conmigo, y yo me pirro por sus huesos. Le hago postres ricos cada semana y le llevo pañuelos de seda que bordo para él con todo mi cariño. Es viudo como yo, y juntos podríamos tener una vida dulce y apacible hasta donde nos llegue. Pero no hay forma de enredarle. No entiendo cómo se resiste a mi figura esbelta y a mis provocadores vestidos negros. Y soy demasiado joven como para que sospeche que he enviudado nueve veces. Así que yo seguiré mimándole y tejiendo nuestro nido de amor.

La vida es tiempo

Cuánto me echaba de menos. Cuando regresaba de mis viajes, se me colgaba del cuello hasta hacerme daño. Pero ya no es lo mismo, este ir y venir y mi enloquecido ritmo de trabajo nos están desgastando. Mis ausencias son cada vez más prolongadas y mis estancias en casa un estrés por aprovechar nuestro tiempo. Se nos escapa la vida y percibo un cierto reproche en su mirada indolente y sus abrazos desmayados. Ahora preparo mi viaje más largo, pero tengo una sorpresa. Deberé estar fuera tres interminables segundos, y después me dan nada menos que seis centésimas de vacaciones. Para disfrutarlas enteras juntos.

Viaje especial

Que una es pudiente, pero no tonta. Mira que insiste toda mi familia en que haga ese viaje. Saben bien que es el sueño de mi vida, es verdad, pero algo no me termina de convencer. Cierto que me lo puedo permitir y que ahora hay empresas que lo organizan muy bien: no hay más que reservar plaza, un chequeo médico, comprar el equipamiento… Mi marido dice que, con tal de verme feliz, no le importa que esta vez viaje sola. Mi hija, que sería el sitio ideal para celebrar mi cumpleaños. Me quieren mucho, sí, pero tienen todos tantas ganas de ponerme en órbita…

Mentiras piadosas

Ninguna suya me seduce y tampoco las mías la enamoran. Sin embargo, las mentiras que nos contamos sirven para mantenernos ilusionados y juntos. Cualquier invención, por vulgar que sea, nos libra de enfrentarnos a nuestra triste realidad. Yo ya sé que ella nunca se irá de vacaciones al desierto con sus amigas, y ni por asomo se va a creer que yo me vaya a comprar un caballo. Pero al menos, nos distraemos con esas tonterías mientras nos arrastramos hasta un agujero cercano donde resistir el próximo bombardeo. Más descabellado y cruel sería contarnos que podemos de nuevo andar.

Y hasta aquí esta entrega. Podéis ver aquí todos los microrrelatos que llevamos publicados Microrrelatos a quemarropa – Byenrique Y volveremos con más…

(foto: yohoprashant)

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