Llegan nuevos microrrelatos a quemarropa. Estos ocho que traemos ahora han sido escritos y presentados entre enero y marzo de este año, y conforman ya la decimoquinta edición. Cumplimos tres años inventando estas historias en un máximo de 100 palabras, a partir de una frase dada y normalmente en muy poco tiempo. Como siempre, unos nos habrán quedado más redondos, otros más obtusos, estarán más hechos o les faltará hervor. Que cada uno diga y se que quede con el que más les guste. Por mi parte, qué voy a decir, os recomiendo todos. Están escritos con amor, dedicación y su punto de estado de ánimo, según el día o la semana en que hayan caído. Allá van:
Víctimas preventivas
Darse una vuelta con él el primer día. Tomarse algo juntos. Invitarle a casa. Dejarse hacer… era el ritual que seguía con todas sus víctimas. Hasta que apareció aquel. Decidió darle otra oportunidad antes de proceder. Quedaron otro día, otra vuelta. Fueron al mismo bar, después a devorarse con ganas… y de nuevo rehusó consumar la faena. A la cuarta cita, ya barruntó ser ella la víctima. Su sospecha tomó forma cuando fue él quien la invitó a su castillo. Odiaba los ajos, claro, le cortaban la libido… pero echó una ristra en el bolso por si acaso. Él, mientras, siguió afilando su estaca.
La escuela contraataca
Su padre es un tal José Luis, pero le llaman Vader. Así, no es extraño que el niño se haga llamar Luke, aunque su nombre es Ernesto. A todos los profesores nos tiene fritos, pero sus compañeros le siguen el juego y ahora se apodan Leia, Solo, Kenobi… Como diversión vale, pero la cosa ya está pasando de castaño oscuro. Han planeado destruir la Estrella de la Muerte, esto es, el colegio; y dentro los soldados imperiales, claro, nosotros. Hemos ido a hablar con el director para que tome cartas. Entonces ha arrugado la frente y nos ha dicho: “misterio infinito esta escuela es…”
Siempre te encontrarán
Estamos en paz. Yo he olvidado las deudas que tenía con el banco y éste se habrá quedado con mi casa, mi barco y mis empresas. En el fondo, salgo ganando. Hacía tiempo ya que no me ocupaba de mis negocios y mis propiedades. Desde que me vine a vivir a la selva, no tengo más preocupaciones que buscarme la comida cada día, dormir en árboles seguros y mejorar mis relaciones con los chimpancés. Especialmente con ese tan simpático, que me regala plátanos y luego cada mes me entrega un trozo de corteza con algo garabateado. Tan familiar me resulta esa rúbrica…
En malas manos
Me está encantando clavarle agujas a este muñeco tan guapo. En cuanto le vi entrar, me lo pedí. Tendido sobre la camilla, es todo mío y me enloquecen sus gemiditos mientras le voy punzando los dedos de los pies, las plantas, subo por sus pantorrillas… incluso repito y me recreo en la perforación minuciosa. Él no opone resistencia. El pobre se piensa que soy la mano experta y benefactora que le va a aliviar sus males. Pero yo no soy acupuntora, sino la recepcionista y hoy se me acaba el contrato. Ay, me deshago pensando en el momento de pincharle en el justo sitio.
Lugar común
Ya tardan en volver para desenterrarme. No dudo que estarán haciendo lo que pueden, no debe ser tan fácil. Esta larga espera la he dedicado a pensar, ordenar los recuerdos, poner mi cabeza en su sitio. Creo que ha sido reparador, pero empiezo a cansarme. El aire aquí está muy viciado y las compañías que eran entrañables se van tornando ingratas. Cunde el desánimo, también el hartazgo. Iban a ser unos meses, unos años, décadas llevamos aquí. Los agujeros sangrantes ya son apenas un picor, lo que duele es el tiempo. A decir verdad, ni siquiera sabemos si la guerra ha terminado.
Pérdida de facultades
Voy a quitar del catálogo lo de leer la mente de las personas. No me mires así, cariño. Sé que ese don mío te enamora. Pero reconozcamos que últimamente he tenido algunos fallos. Creí que me seguías queriendo como siempre. Que cuando llegabas tan tarde a casa venías realmente del trabajo. Pensé que ese compañero tuyo, tan simpático y divertido, no era más que eso, un buen amigo. Ya ves, vida, que estoy perdiendo facultades. Finalmente, tan listo como es, yo estaba seguro de que descubriría fácilmente la dosis de cianuro injertada en la botella de vino que le has regalado hoy por su cumpleaños.
Viuda negra
Descansaré cuando me conteste que sí, después de tantas negativas. Hasta entonces, no dejaré de perseguirle todos los días. Él sabrá qué es peor, si casarse al fin conmigo o soportar todo este acoso al que le estoy sometiendo. Espero, no obstante, que entre en razón: en realidad me quiere y él lo sabe, también que nadie le va a querer como yo. Comprendo, sí, que le abrumen las ceremonias; que desconfíe de mis antecedentes; y hasta que le tenga pánico a la noche de bodas. Pero yo le prometo ser muy amorosa y procurarle el final más placentero y feliz.
Meta extinción
El montoncito de arena que se está formando a mis pies tiene forma de pirámide y me gusta verlo crecer. Ya me cubre los tobillos y, mientras sube y roza mis rodillas, asumo que estoy inmovilizado y no puedo hacer nada más que mirarlo. Pronto será una duna y me sepultará. No a mí solo. Se tragará todas las casas y a sus habitantes, los animales y los enseres. No existiremos ni se nos recordará. Reconozco que me fascina pensar que seremos una civilización fantasma, engullida por el tiempo. A no ser que aún podamos darle la vuelta al asunto. Entonces, la opción será el abismo.
Hasta aquí, y espero que os hayan gustado. Podéis leer todos los microrrelatos a quemarropa aquí Microrrelatos a quemarropa – Byenrique Y volveremos con más.