El Markthal es un modernísimo edificio residencial y de oficinas inaugurado en 2014… que por dentro alberga un estupendo mercado. Uno de los emblemas de la arquitectura vanguardista que decidió abrazar Rotterdam para forjar su propia identidad y personalidad.
Destruida casi por completo durante la Segunda Guerra Mundial, en vez de reconstruirla como otras, aquí decidieron levantar una ciudad nueva. Por eso Rotterdam choca al que llega. Su fisonomía no tiene nada que ver con la de otras ciudades holandesas y neerlandesas -esta es ambas cosas. Grandes avenidas, rascacielos, estructuras metálicas, puentes descollantes…
Y ni un canal, aunque se intuye que existieron. Eso sí, un señor río, el Mosa, que en sus últimos 40km de curso alberga el mayor puerto de Europa y uno de los principales del mundo. Que es la razón de ser de la ciudad, su motor económico y el que ha determinado su historia, su carácter, su vocación marina, que arquitecturas aparte, rezuma por todos sus poros, aunque ahora sean de acero, cemento y cristal.
Su espíritu emprendedor y aventurero enlaza de alguna manera con el hito de haber sido una de las cunas del humanismo renacentista. A Erasmo lo tienen hoy bien en mente los estudiantes europeos, pero no sé si también por las ideas que propuso -y que no provocaron la división del cristianismo, como hay quien cree. Aquí se le recuerda con una estatua frente a la catedral y con el más magnífico de sus puentes, acertado homenaje a alguien hizo por tenderlos.
Burguesa y bien acomodada, es verdad que, a primera vista, Rotterdam se antojaría algo sosa si no fuera por el picante que le confieren las modernas edificaciones que han ido proliferando. Que impactan, sí, pero sin perder el sentido práctico que siempre ha caracterizado a los neerlandeses en casi todo lo que hacen: las famosas casas cubo son quizás el principal exponente, pero no son el único, un simple paseo por el centro puede ser una fuente de sorpresas.
Pero también modernos y rompedores en su tiempo fueron la Casa Blanca -modernista, de finales del XIX, que sobrevivió a los bombardeos- o De Hef, el primer puente ferroviario elevable de Europa, hoy conservado como monumento a la capacidad industrial. Sí, ese que este año pidió desmontar un célebre multimillonario (no llamado Hef, sino Jeff) porque el mástil de su nuevo mega yate no pasaba por debajo en su inaugural travesía del astillero al mar.
Es una ciudad que se suele visitar de día, por lo que los turistas se pierden sus noches y seguramente los lugareños lo agradecen. El intruso que decida quedarse unas cuantas, se contagiará de toda esa energía que fluye a cualquier hora y por cualquier sitio. Y una vez asentado y acostumbrado, terminará no sintiéndose un extraño en Rotterdam. Y claro, como todo el mundo pernocta en Amsterdam, aquí los hoteles son estupendamente baratos.
Pero volvamos al principio, estamos en el Markthal. Por fuera parece un hangar de naves espaciales, por dentro un templo, aunque los frescos del curvo techo ya le indican a uno que el único culto que se profesa ahí es a la comida. No había más puesto de especias que el referido, pero no debía faltarle de nada, teniendo en cuenta que lo oriental está bastante integrado en la cultura de los Países Bajos y también en su gastronomía. Por lo demás, quesos de todas las clases ¡y colores!, infusiones de todos los orígenes posibles, viandas, dulces, pescados, imprescindibles los arenques… pero no todo era autóctono. Vean en la foto que el primer puesto a la entrada es de ibéricos, y aunque aquí no se ve, les prometo que a la derecha había uno de pinchos vascos.
En fin, una fiesta todo ello.


P.D. Queda claro que Eva Toussaint acertó de pleno. Otros también, pero ella llegó primero. El regalo que he pensado, y espero que le guste, es un queso maasdam, que es de la zona y además se puede comprar en España. Le ha faltado detallar exactamente el sitio, pero como sí observó que esto era un mercado, le podemos regalar también una bolsita de la especia que más le guste.
Muchísimas gracias por tan estupenda descripción de Róterdam. Llevo casi dos años viviendo aquí y me encanta leer algo tan acertado y agradable. Recomendaré esto a quien me pregunte por la ciudad.
Muchas gracias, Daniel. Estuve allí hace tres años, me soprendió al principio pero me dejó un gran recuerdo.