Microrrelatos a quemarropa (XII)

Habíamos prometido volver antes de que se termine el verano. Con unos pocos que nos quedaban y otros nuevos que han salido, tenemos seis microrrelatos para la decimosegunda edición. Aquí van:

Miedo

Recorro su cabecita con mis membranosas manos antes de proceder. Mientras le traía, pensaba en todo lo que este cerebro retorcido ha sido capaz de maquinar a lo largo de su monstruosa vida. Ahora que por fin ha caído en nuestro poder y me han dado el privilegio de ponerle el punto final, me produce supremo placer recrearme en la suerte, hacer largo el trámite. Incluso acariciarle con parsimonia, palpar su terror. Casi reconozco que me da algo de pena terminar. O tal vez miedo, teniendo en cuenta que luego me tocará volver solo, con esta noche negra y por este bosque tan lúgubre.

Suya al fin

‘Entonces seré yo quien necesite un amigo imaginario’, pensó decidida tras aquella conversación, que no había hecho otra cosa que descubrirle el mundo en el que realmente vivía. Era el momento de tomar las riendas de su vida, que por fin fuera suya. Quién podría reprocharle nada, al fin y al cabo, había sido intachable y fiel hasta la abnegación. Esperó el día, dejó todo preparado, no hizo ruido al salir. Sintió que lo tristemente imaginario era lo que dejaba atrás. Tiró la gran llave al estanque y cruzó deprisa el jardín. Oyó voces desde el torreón. Era de día, le cegó la luz…

Dominio

“Dominaremos juntos el universo si vamos de la mano, tú con tu instinto y yo con mi temple, tú con tu energía y yo con mi experiencia. Restauraremos el orden, la justicia, el respeto a los valores. Volveremos a ser aquella nación envidiable y honraremos la obra de los fundadores. Créeme que nuestra unión nos hará invencibles, venerados por las generaciones presentes y futuras y nos lo reconocerá la Historia”. Así le expuso aquella noche sus planes a la baronesa Osuya para retomar el poder e instaurar su dominio… Pero ella ya había decidido dominarlo sola.

Las copas son malas

Ya intuía que no iba a ser nuestra mejor noche, pero decidimos seguir. El verano se terminaba y no era cuestión de desaprovechar los días. Decía que necesitaba nuevas experiencias, pero llegando a su hotel noté que le entraban dudas. Nunca había estado con otra mujer y entendí su súbita inseguridad. El caso es que yo tampoco, pero eso aún no lo sabía ella, ni que a mí no me gustan las mujeres. Estaba claro que nuestra aventura no iba a llegar muy lejos, pero eran las cinco y no tenía donde caerme muerta.

Nuria

Ya conocerte me pareció un lujo, un regalo que te hace la vida, y la primera tarde que salimos juntos me sentí la persona más afortunada. Ondeando en tus lagos, escalando tus cimas, estaba convencido que nada a tu lado ni en tus brazos podría ir mal. Después ya me fui adentrando en tus secretos, empecé a recorrer tus descensos, tus valles, a sentir tus caídas. Luego me encontré con tus abismos… Entonces supe que no te querría volver a ver, pero también que jamás te podré olvidar.

Supervivencia

  • Necesitaba algo mucho más grande…
  • Sí, pero se mudó a una casa más pequeña.
  • No eran las dimensiones, era el espacio…
  • Ya, pero vivía sola y ahora comparte piso con siete.
  • Por eso mismo, ahora puede expandirse.
  • Ah, quieres decir sentirse acompañada, hablar, compartir cosas…
  • No exactamente.
  • ¿Te refieres entonces a fiestas, sexo a diario…?
  • Ja, qué va, no le interesa nada de eso.
  • Pues no me explico…
  • Es una cuestión de naturaleza, supervivencia…
  • ¿Sobrevivir, dices…?
  • Cariño, si algún día llegas a ser un virus devastador, lo entenderás.

Y todos los microrrelatos a quemarropa, aquí https://byenrique.com/category/juntaletras/microrrelatos-a-quemarropa/

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