El fake ñu no es exactamente un mamífero artiodáctilo y tampoco pertenece al género de los connochaetes, como sus conocidos homónimos, el azul y el negro, que campan a millones por las llanuras del Serengueti. Pero, aunque no se conoce bien su aspecto, diríase que en alguna de las formas que toma también podría ser desgarbado, con largas barbas que le cuelgan hasta el pecho. No se engañen, sin embargo. Puede darse en muy distintas configuraciones, lo que le permite, y ese es uno de sus grandes peligros, confundirse entre cualquier tipo de ganado. No es originario de África como sus colegas, aunque allí también se da, de hecho habita en todos los continentes. Realmente no se conoce bien su origen, se sabe que muy antiguo, pero nunca más que el hombre. Porque ciertamente fuimos los humanos los que engendramos esta bestia.
Vive en manada, pero ataca en solitario. El fake ñu es muy hábil para esconderse en cualquier paisaje, da igual si estepa, selva o montaña -o podría leerse también papel, ondas, web… Bajo su apariencia fitófaga, esconce un auténtico depredador. Lo que pasa es que también puede alimentarse de hierba si se tercia, lo mismo que merendarse un búfalo. Y como no le hace ascos a la carroña, más bien le encanta, su presencia termina destrozando la cadena alimenticia, y por lo tanto arruinando cualquier ecosistema.
Pero aterricemos en España. Prosperaron y están a la orden del día. Debieron entrar con los romanos, que trajeron todo lo próspero y todo lo pernicioso, de las calzadas y los acueductos a las infamias y las corruptelas. Y proliferaron en todas las etapas históricas posteriores, de manera muy especial durante el Imperio, de Flandes a las américas, tanto, que aún hoy sobreviven numerosos ejemplares nacidos entonces. Y ya no pararon. De Carlos III a Alfonso XIII, de las repúblicas a las dictaduras, todos los regímenes y todos los estadistas de este país tuvieron su fake ñu, muchas veces a su servicio, otras decididos a aniquilarlos. Es que es volátil, imprevisible y traidor. Tu amigo, que puede volverse en tu peor enemigo.
Y hoy están en auge. Los políticos actuales saben muy bien de ellos, de sus beneficios y de sus peligros, de que pueden utilizarlos, pero también ser vilmente utilizados por ellos. Singularmente, hay uno que todos los días dice ser víctima de un fake ñu. Otra cosa es que sea exactamente eso. Que será muy agresivo y muy dañino el animal, pero también pasa como con el lobo, que no se puede estar continuamente alertando de que ataca. Ni decir que lo ves pastando cada mañana cuando sales de casa. A ver, si sueltas y sueltas por esa boca y en vez de llevarse el viento todas tus palabras, alguien se hizo eco de una y la ves escrita, o alguien te avisa de que la ha escuchado grabada, va y te entra el vértigo. Al empezar el siguiente acto, en vez de disimular y que pase la tormenta, sales raudo a decir que no lo has dicho. Pero, como la bruja consumada de Veneno en la piel, “que sí, que sí”. Entonces, eso no es un fake ñu. Es que has metido la pata y encima la has intentado sacar.
No se debe subestimar, en cualquier caso, su tremendo poder destructor. En este país ya hay prósperos criaderos de la especie, como los que existen en Estados Unidos o en el Reino Unido, y se sabe bien de ellos en Rusia como en China. Se reproducen en reservas que suelen estar en reservados y en altos despachos. Allí crecen, y luego encuentran, hoy más que nunca, muy diligentes conductos por los que extenderse y calar en todas las praderas y los valles mediáticos. De la pantalla del móvil a la barra del bar. Están bebiendo en el abrevadero de al lado, y la gente pasa y ni se da cuenta. Ha llegado a parecer tan normal. Y de pronto, en la fauna ibérica ya no parece que queden linces ni urogallos ni águilas imperiales. Ni siquiera está ya nuestro querido Félix para contárnoslo. Paras en el kiosko, atisbas la portada de un periódico cualquiera, por ejemplo uno que en su día fue del siglo XXI y hoy parece de la Contrarreforma, y ahí están, con su mansa apariencia y, sin embargo, sus pezuñas afiladas.
Ahora tenemos quince días por delante para verlos y hasta admirarlos en toda su expresión. Llega la campaña de la gran migración, y veremos a cientos de miles de estas alimañas transitar en calmosa pero imparable procesión, ojo, que aunque parezcan lentos y cachazudos, pueden alcanzar grandes velocidades. Acuden en masa en busca de noticias frescas que engullir, previamente olfateadas con su fino morro. Dejarán a su paso sus gases inmundos y toneladas de abono con que nutrir los grandes cultivos de mentira que veremos crecer y desarrollarse. Escucharemos su infame mugido entrelazado, confundido con los discursos. Los veremos pasar. A prudencial distancia, mejor. Mucho cuidadito con ponerse por medio.
A todo esto, una precisión ¿No deberíamos haber dicho fake ñus? Bueno, eso sería en inglés. Pero si estudiaste en Harvard sin pasar de Majadahonda, lo propio es decir fake ñu.