Que no los mercados, que diría… Esto es fútbol, son los Mundiales y funcionan así. A Argentina la daban por muerta hace una semana hasta los propios argentinos, y resulta que está viva y coleando. A la selección española le dio un síncope y padeció temblores, pero se reanimó en el VAR. Brasil pasó episodios de epilepsia con Neymar, pero al final entró como si tal cosa. ¿Y Alemania? Creyó revivir con el guante de Kross ante Suecia, pero ella solita volvió a meterse en parada y ya no se levantó. Para ellos sí que se ha terminado. Para las demás, las 16 clasificadas para octavos, el Mundial de Rusia empieza ahora. Nada cuenta el pasado, ya no se pagan los errores y los malos ratos vividos. A partir de ahora cada partido es nuevo, y las buenas saben que está todo por ganar.
Quien bien se acuerda, sabe que esto ha sido así muchas veces. Quien vio a Italia en España 82, con el agua al cuello y sin jugar a nada en la primera fase, pero imparable después hasta su coronación en el Bernabéu. A la propia España, todo dudas tras los tres primeros partidos en Sudáfrica 2010. O aquellas que deslumbraron en la primera fase y sucumbieron al primer partido de la verdad -los de “pierde y paga” que dijera el gran Trecet-, ¿cómo no acordarnos de Dinamarca en México 86 o de Brasil en Italia 90? Esto, valga la comparación que seguramente validarán mis compañeros de El Tío del Mazo, es como el Tour de Francia. En la primera semana no lo vas a ganar, pero tienes que intentar librarte de perderlo. Si sobrevives, ya puedes pensar en empresas mayores.
Sí, pero ahora vienen las verdaderas montañas, las que escalas o te despeñas por ellas, sin término medio. Por mucho que se especule, las posibilidades de cada una no tienen tanto que ver con la hoja de ruta que proponen los cruces. Cada partido es una final, y da igual que en el horizonte tengas a Brasil que a Croacia. Pero ya se sabe la ciclotimia de la prensa española -como la de otros países, fíjense la mexicana o la argentina-, que tras el partido con Marruecos clamaba que así no vamos a ninguna parte y ahora, a la vista del cuadro, ya vende una semifinal con Inglaterra. La siguiente etapa es Rusia, y cuidado, que es el anfitrión y no creo que hayan organizado un Mundial para conformarse con ser comparsa. ¿Y si en vez del VAR, las jugadas dudosas las va y las juzga un ZAR?
Si hubiera que anunciar ahora a la gran favorita, posiblemente nadie pueda decir que vea a una con claridad. Bélgica y Croacia pueden haber sido las que mejor fútbol han ofrecido, pero ¿se creerán de verdad que pueden ser campeonas del mundo? La historia está para dejar mal a quienes la invocan, lo que pasa es que muchas veces tiene razón. Y dice que “las de siempre” suelen ser las que se llevan el gato a la talega. Pero ausente Italia y descabalgada Alemania, el elenco se reduce. ¿Podemos considerar a Inglaterra, Francia y España de “las de siempre”? Entonces nos quedan la eterna Brasil, más creíble por su estilo que en ediciones anteriores, y Argentina, siempre temible cuando viene herida. ¿Y si el gran tapado fuera Uruguay? Ah, que en Europa siempre ganan europeos -excepto en Suecia 58. Bueno, pero Rusia siempre ha sido una europa un tanto particular, ¿no?
Por lo demás, visto lo visto en estas dos semanas para no ganar el mundial y sí perderlo, que a base de más emoción que fútbol ha sido capaz de mantener altas cotas de interés, nos vamos a quedar con dos de los hechos quizás más llamativos:
Empezar por lo de Alemania, inusitado en su historia mundialista, pero reincidente en lo que respecta a los últimos campeones del Mundo. Como Italia, como España, y enlaza con Francia en 2002. Pueden sentarse evidentes paralelismos entre estos fiascos de la que defendía el título, pero algunos se podrán matizar, según cada uno. Y en este caso, parece que el laureado y otrora elegante Joachim Löw ha parecido un tanto, digamos, tozudo en su idea. Hace un año ganaba la Copa Confederaciones -el aperitivo del Mundial- sin despeinarse y dando cancha a sus jóvenes pujantes. Aquí ha optado claramente por su vieja guardia, y entre ellos había gente -como Özil, Khedira o Müller– que no es que hayan envejecido aquí, sino que llevaban ya varias temporadas alejados de su nivel. Si además decidió ignorar al “citizen” Sané y apuntalar a Neuer en la portería después de casi un año sin jugar… Si en la segunda parte frente a Suecia pareció haber encontrado soluciones a algunos de sus problemas del primer partido y en el tercero ante Corea volvió a reincidir en el fracasado plan inicial… Sí, vamos a dejarlo en tozudo.
Y la otra reflexión: vemos las selecciones que parten en octavos, y son 10 europeas, cinco americanas y una asiática que ha entrado de aquella manera. Esto es, el mapa mundial del fútbol no cambia por más que se intente y se prometa. ¿Dónde están los africanos? Hace ya décadas que nos avisaban de que serían el nuevo poder del fútbol. Y por primera vez desde 1982, ni una ha pasado la primera criba -y entonces iban dos del continente, por cinco que han competido en Rusia. Los organismos -con la inefable FIFA a la cabeza-, las grandes multinacionales y los imperios mediáticos y económicos buscan globalizar el fútbol, pero en general atendiendo al negocio. Ampliaron los mundiales de 16 equipos a 24, luego a 32, en 2026 serán ¡48!… para que al final se jueguen el bacalao las mismas. Hace falta algo más que el talento y las piernazas de esos futbolistas para que el fútbol africano aspire a instalarse entre los grandes.
Bueno, y ya está bien, que esto ha quedado largo. El Mundial de Rusia 2018 empieza de verdad, y por delante tenemos ocho partidos espectaculares. A disfrutarlos, y no se olviden cuando vengan bien o mal dadas: esto son los Mundiales, amigos.