Ayer se fue, tomó sus cosas y dejó de gobernar. Un bolso, un escaño vacío en plena moción, donde andará, donde andará.
Nos gustaría tener esperanza, pero no se la espera. El nuevo presidente aún no ha dado un paso, pero ya nos están diciendo lo que va a hacer: liberar a los independentistas, disparar la prima de riesgo, aliarse con los terroristas y vender España. Y que su gobierno es ilegítimo. En 2004 era una conspiración. 14 años después, los que tantas veces ganaron siguen sin saber perder.
Mariano Rajoy estaba muerto políticamente y lo sabía, aunque no lo admitió nunca. Es muy posible que Pedro Sánchez también esté políticamente muerto y no lo sepa. Pero de momento, a día de hoy, ha sido elegido por cauces democráticos, ha jurado su cargo delante del Rey y tiene la misión lícita de formar Gobierno. A partir de entonces, se le revisará cada decisión que tome, cada acción que lleve a cabo y cada declaración que haga. Como tiene que ser.
Se aferró y decidió no escuchar, dejarse adular por gaviotas. Y resistir, laylala, aguantar.
Pero la noticia ayer era que Sánchez había jurado sin biblia ni crucifijo. Efectivamente, ha sido el primer presidente en hacerlo, pero simplemente porque la opción de prescindir de esos símbolos en un Estado aconfesional ha sido introducida por Felipe VI. Ningún presidente anterior, de Suárez a Rajoy pasando por González y Zapatero, tuvo esa oportunidad de elegir. ¿Es tan difícil informar bien?
Además de información honesta y veraz, este país necesita un poco de tranquilidad, diálogo y amplitud de miras. Pero si ya se empieza argumentando que al ex presidente del Gobierno le ha derrotado la anti-España, no cabe mucho margen para el optimismo. En diciembre de 2011, cuando el nuevo gobierno del PP tomó posesión, cada ministra y ministro socialista saliente se hizo la foto entregándole simbólicamente la cartera a su sucesor, en un acto de política deportividad. ¿Apostamos si esa escena la vamos a ver ahora?
Y se marchó. Y a su caída la llamó indignidad. En el fango descubrió sus huellas y las mentiras que dejó por tierra y mar.
Por ahora, el único dato que tenemos del inmediato devenir político es que el nuevo gobierno defiende mantener los presupuestos que una semana antes no apoyó, pero el nuevo partido en la oposición se plantea enmendar en el Senado los que él mismo presentó. ¿Qué podemos esperar de lo demás? Otra cuestión es con qué va a formar gabinete Sánchez, esto es, quién va a aceptar ser ministro interino, porque mucho recorrido no van a tener.
En el otro bando, las gaviotas jóvenes tendrán que emerger. ¿O van a seguir sometidas por el viejo techo que hasta ahora les ha impedido volar? Mira que hubieran podido sacar rendimiento político de alguna decisión audaz, como por ejemplo apostar por Soraya para que fuera la primera presidenta de este país. Pero que si quieres… Incluso a algunas de las más tiernas ya les han impregnado las alas de alquitrán.
Su corazón podía haber buscado una forma diferente de vivir, pero las olas de Génova le gritaron que era otra conspiración. Otra más, laylala, otra más.
Todo indica que habrá elecciones, muy posiblemente en octubre. La cuestión es si a este país le conviene volver a pararse en seco otra vez, a la espera que lo que salga de las urnas y de las se supone que arduas negociaciones que seguirán. Terminar la legislatura de la forma más decente posible se antojaba la menos mala de las soluciones. Pero para ello, el susodicho tenía que haber dimitido. “El que resiste vence”, aprendió de su paisano Camilo José Cela. Y decidió, una vez más, resistir.
Pero en fin, esperemos noticias. Llevamos dos semanas frenéticas, ya dijo el pastor de Rades de Abajo que cuando empezara a llover no iba a parar. Y no se ve el final…
Y se marchó. Y en sus sueños dibujó gaviotas…
P.D. Obviamente, tenemos que darle las gracias a José Luis Perales por su involuntaria y espero que consentida ayuda.