El azul del mar inunda mis ojos… Pues sí, aunque muchos no me crean, yo he conocido y conozco a periodistas independientes. De hecho, puedo asegurar son más de los que la gente se cree. Es más, la gran mayoría lo serían si pudieran, y no en vano, cuesta imaginar que alguien se enganche a esta profesión impulsado por la vocación de manipular y ser manipulado. Luego viene la cruda realidad, y hay quien se amolda mejor o peor a ella, con sumo gusto o mordiendo desesperadamente las almohadas. Parafraseando a Rousseau, podríamos decir que el periodista es bueno por naturaleza, pero son las circunstancias las que lo malean. En los tiempos que corren, esas “circunstancias” se han hecho demasiado grandes, pesadas e inexorables. Siempre hubo tensiones y presiones en la prensa, en cualquier país y sociedad, a lo largo de los tiempos. Pero hoy, la estructura de los medios de comunicación en España admite muy poco margen de maniobra. El control político y económico es más férreo que nunca, son pocos grandes grupos de comunicación y ninguno que no tenga que rendir cuentas a sus propietarios. Y son muy exigentes. Entre otras razones, porque el negocio no tira, la publicidad no entra como antes, los modelos de negocio digitales no terminan de ser viables… y los consejos de administración no pueden consentir que no les salgan sus cuentas.
Malos tiempos para el periodismo
Las ratas corren por la penumbra del callejón… Las redacciones viven hoy, en su mayoría, domesticadas y adocenadas. Los primeros que lo saben, lo reconocen, y muchos se sonrojan, son los propios periodistas que las habitan. Que, por cierto, cada vez son menos. Los distintos EREs programados desde los citados consejos de administración han mermado la fuerza laboral, las masas salariales, los recursos disponibles… y la calidad de la información que se da. El periodista tiene que producir más noticias, publicar en tiempo real porque Internet ha desmantelado toda periodicidad… Y lógicamente, no hay tiempo de confirmar, de contrastar y enriquecer el producto informativo. Al frente de esa redacción se coloca a periodistas seguramente de vocación independiente, pero desde ese momento el sujeto se convierte en embajador o “enviado especial” de la empresa o entramado empresarial. Y tiene que transmitir a su equipo las “instrucciones” que vienen de arriba. Si no lo hace, está sentenciado y da igual los años de servicio que haya prestado, a muchos ejemplos recientes podemos remitirnos. Si lo hace, tendrá a la redacción enfrente, pero al poder de su lado. ¿Por qué optará cada uno? Sí, conozco a algunos que han elegido seguir siendo, en la medida de sus posibilidades, independientes.
Malos tiempos para la información de calidad
Seguro que algún día cansado y aburrido… ¿Quién hace hoy periodismo independiente? Pues además de esos irreductibles que resisten, que esquivan como pueden las directrices y los puñales -y que insisto que a algunos los conozco-, luego hay pequeñas empresas, la mayoría formadas por profesionales que salieron despedidos -y despeñados- de grandes medios, y han creado sus proyectos. En general precarios, todos digitales porque no da para imprimir papel, desestimados por las grandes campañas publicitarias, sostenidos principalmente por las suscripciones de sus lectores… que en España muy poca gente está dispuesta a pagar. Porque, no lo dejemos al margen, en este país se ha impuesto una sociedad que valora muy poco la calidad y la independencia de la información. Se ha acostumbrado a consumir un producto cerrado y empaquetado, que colma sus gustos y le dice lo que quiere leer y escuchar. Un público sin sentido crítico, que ni advierte ni le importa que se le dé la opinión mezclada con la información, que se les cuente sólo una parte interesada de la verdad o que se obvien hechos que no conviene difundir. Y que así, para ellos, nunca habrán sucedido y serán, esas sí, “mentiras que se inventa la prensa”.
Malos tiempos para la independencia
En serio, quedan algunos periodistas independientes que resisten. Bien a través de su actividad autónoma, bien con sus proyectos editoriales que aguantan como buenamente pueden, y también quedan numantinos que se atrincheran en sus departamentos, secciones o programas de los grandes medios, cadenas y emisoras. Algunos, también me consta, han aguantado lo indecible y lo inimaginable. Lo que pasa es que los cercos cada vez se estrechan más, y mientras este cuento no cambie, siempre ganan los mismos. Ayer, sin ir más lejos, le han dado el golpe de gracia al último reducto de independencia que quedaba en TVE. Qué pocos quedan, qué solos están…
Y tu madre con anteojos volverá a tejer…