La una nos dio hace ya 12 años, ¿te acuerdas? Ese chiquillo de las melenas y camiseta de tirantes, que parecía salido de “Operación Triunfo” solo que le había dado por el tenis, le ganaba en la final a un argentino llamado Puerta del que no volvimos a saber. Bueno, en semifinales había eliminado a un tal Roger Federer. Por entonces sólo era otro español en París, después de Ferrero, de Costa, Moyá, Bruguera… ya nos parecía toda una hazaña. ¿Dónde estábamos en junio de 2005, y quién nos iba a decir lo que íbamos a ver después?
Porque luego nos dieron las dos, las tres, las cuatro… todas a costa de ese Federer, que lo ganaba todo, pero allí siempre se daba con la misma roca. Después de un paréntesis que a alguien le pareció que iba a ser el fin, las cinco, las seis, las siete, las ocho, las nueve… Y el reloj pareció que se paraba para siempre. Las diez nunca iban a llegar, ese cuerpo castigado ya no daba para más. Pero no le conocen bien, no saben que este siempre vuelve. La décima, es verdad, siempre de se hace de rogar, como la de su equipo de sus amores. Pero hoy ya tiene Rafa Nadal su décimo Roland Garros. ¿Quién nos iba a decir que aquel chaval…?
Ayer, la carita de Wawrinka a partir del segundo set era un poema, pura impotencia. Sí, las estaba pagando todas juntas. Por supuesto la de Australia en 2014, que dolió lo suyo, pero también todas las frustraciones de estos años, Djokovic, Murray, la muñeca, la espalda… que han dolido machaconamente. Toma revés cruzado a dos manos, toma derecha paralela. Lo peor, sin embargo, seguramente ha sido todo ese rumor cenizo, tan característico de nuestro país, que le adelantaba la fecha de caducidad. A lo mejor, sólo unos pocos creían ya en él. Sólo que el más importante, que es él mismo, nunca dejó de creer en sí mismo. Toma golpe liftado que la manda al parterre… Y aquí está. ¿Qué le vamos a decir?
Proezas en la historia del tenis ha habido muchas. Los dos grand slam (todos los grandes en un año) que completó Rod Laver. Lo que hizo Björn Borg fue increíble, reinar consecutivamente en la tierra y en la hierba. Los 18 grandes de Federer, que también ha dicho este año que por ahora… y sobre todo el summum de belleza al que ha elevado este juego. Pero Nadal tiene indiscutiblemente su sitio en este libro de leyendas. Nadie ha inscrito su nombre 10 veces en un Grand Slam. Y ya antes de lo de ayer, pero ahora con mucha más propiedad, puede decirse de él que es el mejor tenista de todos los tiempos sobre tierra. ¿Qué nos va a decir ahora…? Pues nada, porque él es así.
Es cierto que fenómenos como el de Rafa o el de Roger -tantos años en lo más alto- son hoy posibles porque la longevidad de los deportistas de élite es mayor. Ahí están LeBron James, Messi y Cristiano, Ussain Bolt -ser el más veloz en tres juegos olímpicos consecutivos era impensable antes-, Michael Phelps -este en cuatro citas olímpicas … La medicina deportiva, la alimentación específica, la preparación mucho más planificada e inteligente… Pero además del físico, para mantenerse tantos años arriba hacen falta más cosas: una calidad extraordinaria, sin duda; y una constancia, unas ganas infinitas de disfrutar compitiendo y ganando.
En fin, esta temporada tenística nos está deparando la vuelta al primer plano de los dos grandes tenistas de esta época, que además son ya los dos que más majors atesoran. El suizo, que cumplirá 36 años en agosto, ha dominado el primer trimestre, el de los torneos en pista dura; y el de Manacor, que ha cumplido 31 en París, ha gobernado sobre la arcilla. Ahora viene la hierba, donde pastan las vacas y donde la bola se desliza más que bota. A Rafa se le dio magníficamente en sus primeros años -dos títulos y tres finales en Wimbledon le contemplan-, pero desde que sufrió tanto con la rodilla, le ha tomado algo de inquina a tener que flexionar tanto. Veremos, pero algunos ya vamos a ir diciendo que pagaríamos por volver a ver esa final en Londres dentro de un mes. ¿Viejos rockeros? No, los mejores tenistas de este siglo.
Mientras tanto, toca disfrutar y disfrutarle. Ayer nos dieron las 10 en Paris, y emocionados al atardecer nos encontró el Sol Nadal. Nunca nos cansaremos de darle las gracias.