Fue ayer cuando hizo 50 años, pero las crónicas siempre se publicaron al día siguiente. Seamos realistas, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band no ha sido el mejor disco de la historia, y tampoco el mejor de The Beatles. Pero hay que pensar en lo que significó en su momento. Eso quizás sólo sea posible habiendo estado ahí cuando su lanzamiento, que no es nuestro caso ni el de la mayoría de los que estamos escribiendo estos días a propósito del redondo aniversario. Así que tenemos que remitirnos a los testimonios, a lo leído, a lo que hemos sabido del rastro que dejó. Y es verdad que cambió la música y el mundo.
It’s wonderful to be here / It’s certainly a thrill / You’re such a lovely audience / We’d like to take you home with us / We’d love to take you home
Escuchado hoy, el Sgt. Pepper’s suena más anticuado y edulcorado que otros álbumes de los Beatles, digamos ha soportado peor el paso del tiempo. Mismamente su anterior trabajo, Revolver, suena indiscutiblemente más actual y fresco. Y no digamos Abbey Road -ese sí es el mejor-, que parece que haya sido compuesto y registrado ayer mismo. Esa sensación de que el tiempo ha pasado más por el hoy celebrado que por otros, se debe precisamente a lo mismo que en 1967 le hizo ser revolucionario. La forma en que fue concebido.
Cellophane flowers of yellow and green / Towering over your head /Look for the girl with the sun in her eyes / And she’s gone
Por aquellos tiempos, los de Liverpool habían dejado de actuar en directo, y por primera vez se dedicaron, durante cuatro meses, exclusivamente a componer, inventar, ensayar, grabar y regrabar. El resultado fue el derroche de toda esa creatividad que habían desarrollado y que no habían tenido suficiente tiempo para expresar. Como estaban en la cumbre del éxito y de su autoestima, se atrevían con todo. Y su productor y profe, George Martin, les acompañaba en sus audacias y encima les proponía otras, a ver si eran capaces. Y lo eran. Lo que salió de ahí fue algo inusitado, explosivo… como nos gusta decir hoy, disruptivo. Hay que agradecérselo también a los Beach Boys, con quien venían rivalizando en talento y originalidad, y que con Pet Sounds habían puesto el listón muy alto. Esa rivalidad se terminaría justo con la salida del Sgt… o mejor dicho, con la del single de anticipo, con Strawberry Fields y Penny Lane.
I’m taking the time for a number of things / That weren’t important yesterday /And I still go / I’m fixing a hole where the rain gets in / And stops my mind from wandering / Where it will go
El Sgt. Pepper’s cambió la música porque le dio color. Claro, contenía extraordinarias canciones. Pero sobre todo un sonido sorprendente, envolvente, con instrumentos que nunca se habían empleado en temas de rock -especialmente los de India que trajo George Harrison. Letras ambiguas, con guiños y hasta misteriosas, y en eso John Lennon era inigualable. Una idea conceptual que entonces era absolutamente innovadora, aunque hoy se antoje bastante discutible. Efectos especiales, sonidos y campanillas, todo muy bien puesto… hasta dos orgasmos se cuelan en sendos temas, bien orquestados, eso sí. Incorporaba estilos que nunca se pensó que pudieran conciliar con la música popular. Y hasta la Orquesta Sinfónica de Londres, que se dejó dirigir por un chico de 24 años que se llamaba Paul McCartney y acompañar por la batería de Ringo Starr. La crítica y el público alucinaron -figurada y virtualmente, quiero decir-, nadie, nunca, había escuchado algo así. Por eso Jimmy Hendrix se lo compró un viernes, el día que se puso a la venta, y el domingo ya estaba versionando temas del disco en un concierto en Londres. Todo un fenómeno musical… pero también social.
She (what did we do that was wrong) / is (having we didn´t know it was wrong) /fun (fun is the one thing that money can´t buy) / something inside that was always denied for so many years / (bye, bye) / she´s leaving home /(bye, bye)
Además, y muy importante, cambió la producción y la industria musical. El Sgt. Pepper’s se grabó como nunca antes se había grabado un disco de su género, aparte de que no era normal dedicarle cuatro meses y un total de 700 horas -hoy hay quien tarda años-, y ese enclaustramiento había dado lugar a todo tipo de rumores que además alimentaron la expectación y el morbo -sí, empezaba el marketing. Se utilizaron ocho pistas virtuales, cuando entonces lo máximo realizable eran cuatro. Era el primer álbum que se vendía desde la portada, hasta entonces éstas servían básicamente de funda, como las tapas de los libros, y mira si a partir de entonces no hemos conocido portadas que eran verdaderas obras de arte. ¿Hemos dicho marketing? El “Sargento” empieza como un tiro, los primeros temas entran como una cascada de melodías y colores, y a partir de la mitad de la Cara 2 -después de la maravillosa Lovely Rita– va perdiendo fuelle, parece que se va diluyendo… pero termina otra vez en todo lo alto con la grandiosa A Day in the Life. Nunca antes se había calculado tanto la lista de canciones.
Oh, lovely Rita meter maid / Where would I be without you / Give us a wink and make me think of you
Sí, al menos 11 de las 13 son estupendas canciones, y algunas obras maestras. Lo que pasa es que aquella barroca producción, que por entonces entusiasmó por lo novedoso, hoy puede empalagar un poco. Sí, reconozcamos que algunas terminaron sonando a canciones para niños, y no es tontería decirlo, porque hubo sintonías de programas infantiles que se inspiraron en la música del Pepper’s. Y no nos engañemos, el título de la obra en sí (Sargento Pimienta y el Club de los Corazones Solitarios), leído hoy, es una solemne horterada. Claro, pues qué decir de los uniformes… Pero en aquel entonces, todo eso fue una bomba. Sí, había que estar ahí, en aquel momento, para entenderlo. Ah, y para que no le faltara de nada, tuvo su dosis de polémica. Ahí estaba la imperial BBC, que de los orgasmos ni se enteró, pero sí detectó frases y expresiones que le parecieron indecorosas, y las censuró -¿Tan grave era decir “I’d like to turn you on…”? Claro, esa «pimienta» le otorgó aún más fama y universalidad.
Found my coat and grabbed my hat / Made the bus in seconds flat / Found my way upstairs and had a smoke, / Somebody spoke and I went into a dream.
Lo que le deben al Sgt. Pepper’s los que vivían y tenían uso de razón cuando se lanzó, es precisamente haber vivido aquel momento, todo el desparrame -que diría el gran Joaquín Luqui– y la ilusión de asistir a tantas cosas que cambiaban -lo que no significaba que fuera a cambiar el mundo, como muchos pensaron. Lo que le debemos los que lo hemos conocido retroactivamente, es poder disfrutar, por años y décadas que pasen, de una música distinta, como sólo se hizo una vez, sabiendo además que la audacia de aquellos chicos dio luego pie a otras audacias de muchos, que nos han alegrado el arte y la vida. Y la música y su industria le deben, sencillamente, todo.
I read the news today oh boy / Four thousand holes in Blackburn, Lancashire / And though the holes were rather small / They had to count them all / Now they know how many holes it takes to fill the Albert Hall. / I’d love to turn you on.
Aquí os dejo A Day in the Life, en un vídeo clip que ilustra bastante bien cómo fue todo aquello.
P.D. Siguiendo el calendario de efemérides, aún faltan, pero en septiembre de 2019 se cumplirán los 50 años de Abbey Road. Y entonces verán…