El Congreso de Podemos se anuncia como el “aquelarre de Vistalegre”, y el del PP como una balsa de aceite. Los debates internos se presentan como guerras encarnizadas, y la ausencia de voces críticas como edificante estabilidad. Pero no olvidemos que hoy las agendas informativas se diseñan con meticuloso cálculo. Las de todos. Que parezcan improvisadas, determinadas por la pura actualidad, pero en realidad bien planificadas y dirigidas.
Decía el otro el día el Rey, en el aniversario de Expansión, que España necesita medios de comunicación «libres e independientes, que cuenten con el respaldo de profesionales solventes y de empresas fuertes”. Y esa afirmación la suscribiríamos todos. El problema es el mundo real, y cómo se articula. En efecto, hay empresas fuertes y profesionales solventes, pero la ecuación no termina de salir. La “x” al cuadrado es la libertad y la independencia, y a unos les sale un resultado, y a otros les da completamente distinto.
En el ecosistema actual de la Comunicación, y con los modelos de negocio que tenemos asumidos, la información ha de ser rentable. Si no, no la hay. Hasta los medios públicos tienen que cumplir unos criterios de viabilidad, aunque sus cuentas de resultados se presenten de otra manera o rindan cuentas con distintos argumentos. ¿Y cómo se informa con rentabilidad? En su día fue de otra forma, o acaso se disimuló más, pero hoy, básicamente, haciendo exclusivo caso al que paga. Sea en moneda corriente o en especie política o de otra índole.
Pablo Iglesias e Iñigo Errejón mantienen profundas discrepancias ideológicas y de modelo de partido. Puede que ambos hayan sido algo torpes desde el punto de vista la táctica comunicativa, aireando más de la cuenta sus desencuentros, a quién más. Pero los medios -o muchos de ellos- se han encargado diligentemente de azuzar las ascuas, de propagarlas y darle al fuelle. Así, como agudamente ha señalado Juan Carlos Monedero, el debate interno ha parecido un verdadero culebrón venezolano -sin entrar a juzgar si, como también subraya el co-fundador de Podemos, eso ha sido lo más bolivariano que en su historia ha tenido ese partido.
Mientras tanto, ese patio de gallos y gallinas -con perdón- que es el Partido Popular, o si se prefiere, esa macro estructura con más contrafuertes, pináculos, gárgolas y arbotantes superiores que la Catedral de Burgos -con más perdón-, va a pasar su ITV en la Caja Mágica sin mayor novedad. Por mucho que se piense que las primeras sentencias firmes del caso Gürtel vayan a alterar su placidez, se sabe que nada reseñable va a pasar porque, ahí dentro, de eso nada se va a hablar. Y los que deban ya se encargarán. El Bismarck seguirá navegando imperturbable, ajeno a los cañonazos, que por potentes que suenen y fuertes oleajes que provoquen, impactarán lejos de su imperial casco.
Son los periódicos, las radios y las teles de hoy. Unos salen a dar enconadas entrevistas y se despiden con retintín, otros firman tribunas institucionales -aunque las firmen exclusivamente como presidente del partido- y absolutamente incontestables. Y moraleja, si se dan simplemente un paseo, hoy y cualquier día, por las portadas de los diarios o las parrillas informativas, con un mínimo de sentido crítico -si nos queda todavía algo en este país-, advertirán que nada es casualidad.
P.D. No tiene nada que ver con el asunto, pero el hecho de que el Congreso del PP se celebre en la Caja Mágica, con toda probabilidad no tendrá que ver con un guiño al “legado” de Gallardón. Pero mucho cuidadito. Cuando el Real Madrid de baloncesto jugaba allí sus partidos en fin semana, el club le abonaba 6.000 euros al capo de las bandas que por allí “trabajan”, a fin de que dejaran en paz a los aficionados que hasta allí se acercaban. Como no hayan tomado los dirigentes populares parecida precaución, a lo mejor sí tenemos noticia. Y quién sabe si ríanse de lo de las joyas de los Goya.
Byenrique 