Dicen que el Norte ya no es lo que era, que perdió hace tiempo su vigor y su ferocidad. Ni las nieves están a la orden del día ni los campos aparecen tan embarrados, ahora cualquiera se arrima por allí. Y pasea por las calles peatonales de siempre.
Pero creo que todavía quedan ciudades que huelen a Norte. Aunque para algunos sea más bien pestilencia, por eso a ésta la llaman Auld Reekie, cariñosamente eso sí, que la mezcla de humo, güisqui y cerveza no le disgusta a todo el mundo.
Ciudad de ensueño por otro lado, por algo será que tantas celebridades ficticias tuvieron algo que ver allí: Sherlock Holmes, James Bond, Harry Potter… Y puede que toda ella, por cada esquina, en sus jardines y recodos y, cómo no, en sus pubs, sea un sincero homenaje a la literatura. Aventureros no sé, pero creadores de aventuras los dio con profusión.
Una capital donde el gobierno habita en una antigua cárcel, irónica e inversa premonición si pensamos en lo que terminan y pueden terminar ciertos gobiernos. El caso es que allí todavía se lo toman todo con mucha filosofía -algo piensan que le siguen debiendo a David Hume, por ejemplo-, mientras en otros países y en otras educaciones nos la quieren quitar de en medio.
Qué decir del dinero, si dicen que se inventó en sus parques como hoy lo conocemos. Y hablando de inventos, si levantara la cabeza el del teléfono y diera en ver lo que vamos haciendo con él por las mismas calles de la que le vio nacer…
De esta ciudad, de este norte, dijo Julio Verne que “Nunca espectáculo tan sobrecogedor conmovió a ojos tan ilusionados”. Quién sabe, pero lo que es cierto es que pocas como esta pueden presumir de que por allí se va directo a Júpiter.
Vamos a ver si todo esto, y más, es verdad.