Rajoy y Zidane no se parecerán en muchas cosas, más bien en casi nada, pero sí coinciden particularmente en una: a la hora de hacer sus alineaciones. Ambos tienen que debatirse entre lo que demanda el público, lo que les pide el cuerpo y la obligación de quedar bien con todos, pero fundamentalmente con los que les mantienen. Por lo tanto, han de hacer mucha política y a la vez intentar que la máquina funcione. Claro, es muy distinto el fondo del cometido de uno y otro, pero al fin y al cabo ambos representan a entidades que buscan ganar. Uno, partidos que al final valgan títulos. El otro, réditos políticos que se traduzcan en nuevas victorias electorales.
A Zidane se le discute que incluya en la alineación del Real Madrid a futbolistas muy caros y muy mediáticos que no parecen estar en su mejor forma, algunos incluso están dando más sensación de ex futbolistas que de otra cosa. Pero claro, si decidiera hacer caso a las críticas y dejar fuera a las vacas sagradas, él piensa que podría resultar peor. Si pierde, le criticarán más por hacerlo sin Cristiano, Bale y Benzema que con ellos. Y si encima con estos va sacando adelante los partidos, aunque sea de manera ramplona, los vientos se escuchan, pero no sacuden. Ayer en Varsovia le salió por la culata, porque pretendió contentar a unos sin descontentar mucho a otros, y formó un equipo descompensado y poco propicio para enfrentarse a un rival flojo pero animoso y combativo.
A Rajoy se le está pidiendo que forme un gobierno de talante dialogador, abierto a consensos, para este nuevo período político sin mayoría aplastante. Pero aparte de que no tiene tanto donde elegir, mantiene compromisos que cumplir, con sus fieles y primordialmente con su clientela fáctica -en otros partidos pesan mucho las bases, en el PP priman los arbotantes superiores, que cada uno valore quienes son. Así, él también tiene sus BBCs, de las que no podrá prescindir fácilmente. Como dijera el entrenador francés, y antes el italiano, son innegociables. Podrá maquillar un poco el plantel, cambiar a alguno de puesto, facilitar alguna salida honrosa -y bien compensada- a algunos de sus insostenibles. Pero su esquema y sus figuras son las que son.
Se piden caras nuevas, dar cancha a los jóvenes, oportunidades según el rendimiento. Pero no es sólo fútbol ni sólo política lo que está en juego, no son los partidos o la gestión del país lo que encabeza la lista de prioridades. Por otro lado, para satisfacer todas las expectativas, a veces hay que ser muy creativo, echarle mucha imaginación. Y claro, cada uno da lo que da de sí. Así que siempre es más socorrido fiarse a los estándares, a lo contrastado. Y los experimentos, con gaseosa.
La alineación “política” de Zidane la vemos en cada partido de Liga o de Champions, y anoche la llevó a la penúltima consecuencia, que fue un mal resultado. La de Rajoy la vamos a conocer esta noche, y no se esperen sorpresas. Uno y otro seguirán dándonos más de lo mismo.
E insisto, aparte esta particular circunstancia, no se parecen en nada Mariano y Zizou.