¿Y para qué queremos Filosofía?

Para qué queremos filosofía

¿Y quién es ese tal Platón? La carrera de Filosofía –o grado, como muy internacionalmente decimos ahora- desaparece de la Universidad, por lo pronto en Madrid. La Complutense, la única que seguía contemplándola como tal en la Comunidad, planea subordinarla como un departamento dentro de la Facultad de Filología. En los colegios, la vigente ley de Educación margina la asignatura en los planes de estudios. ¿Una materia decididamente secundaria para los tiempos que vivimos? ¿O más bien que interesa formar ciudadanos más superficiales, menos interesados por bobaditas como la esencia de la sabiduría humana? Además, qué cursilería… Y cuidado, no es España el único país donde se está manifestando esta corriente.

¿Y qué nos va a contar ahora Descartes? Hablamos mucho ahora de la Sociedad del Conocimiento, esa que todos defienden pero pocos saben en qué consiste realmente, y mucho menos cómo forjarla. Y sin embargo se desprecia en los planes educativos la disciplina que precisamente nace del amor a la sabiduría, que es lo que significa Filosofía. Nos dicen que hay que fomentar el estudio de las también muy internacionalmente llamadas STEM (acrónico de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas en inglés), que son las que tienen futuro, procuran buen empleo y además sirven para construir un país innovador. Y es cierto, tienen toda la razón. Pero la innovación también abarca otras muchas materias, y desde luego las Humanidades. Y por cierto, se tiende a creer que la Filosofía es “de letras”. Pues ni mucho menos. Como suscriben estos días destacados filósofos, muchas fórmulas matemáticas y teorías científicas tiene su origen en conceptos filosóficos. Simplemente es la base, la piedra angular sobre la que construimos nuestro conocimiento, que luego va derivando por las áreas que más nos seducen, que mejor entendemos o más preparados nos sentimos para ellas.

¿Pero Kant no era aquel portero alemán rubio tan cuadrado? Una de las asignaturas que han pasado a ser opcionales en el Bachillerato es la Historia de la Filosofía. Muchos la desecharán, porque no le verán utilidad. Pero quienes han tenido la suerte de estudiarla saben que en esa historia de las ideas se encuentra el sustrato de la historia de los hechos. Movimientos, revoluciones, ideologías políticas, por no hablar de todo el Arte y toda la Ciencia, tienen su origen en las corrientes del pensamiento. ¿Es casualidad, por ejemplo, que en la Antigua Grecia se inventara la democracia? ¿Qué influencia tuvieron Fichte o Hegel en la historia y los acontecimientos políticos del siglo XX? ¿Por qué el Renacimiento fue la época de los inventos y los descubrimientos? ¿Cómo se explican el arte barroco o el neoclásico? Quien conoce esta historia entiende mucho mejor cómo funcionan hoy las sociedades y por qué triunfan o declinan las ideologías, por qué se imponen unas formas de vivir en determinados momentos, en detrimento de otras que imperaron y que al cabo de un tiempo vuelven. Leo a uno de los más reconocidos filósofos españoles –con el que muchas veces no estoy de acuerdo, pero ese también es un valor filosófico- que el estudio de la filosofía es necesario como antídoto contra los fanatismos.

¿Aristóteles? Pues mira cómo ha dejado Grecia… Pero en fin, seguramente no interesa que la gente conozca ciertas cosas.  De la misma forma que no conviene fomentar el espíritu crítico desde la infancia. Seguramente es más llevadera una sociedad adocenada, sumisa, que consuma lo que le ponen delante y no juzgue. Que no reclame lo que no sabe que existe. ¿Para qué queremos filosofía? ¿Para pensar tal vez? ¿Y para qué quiere la gente pensar…?

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