Nunca hubo atascos en Madrid

Atasco Madrid

Nunca hubo atascos en Madrid. De tráfico, se entiende. Y hasta ayer, se deduce. Atascos nasales sí que nos dan a menudo apenas salimos a la calle. De trabajo los padecen algunos, pero casi mejor deberían decir que los disfrutan. A tascas vamos cada vez menos, achaques por momentos, chascos de cuando en cuando. Y ataques los tenemos todos los días, de pánico o de risa, según nos levantemos.

Nunca vieron los madrileños la ciudad colapsada. Ni cuando se ponía a jarrear y todo se rompía –metro, tren, semáforos…- ni cuando salían de puente todos a la vez, un viernes a las tres. Las horas punta eran leyendas de londinenses y neoyorquinos, las mañanas un plácido transitar por la M-30 y otras vías neurálgicas, nudos no nos constaban más que los de la corbata o cuando nos ponían la garganta en situación.

Madrid no ha padecido en ningún momento los rigores de la motorización, aunque su centro profundo estuviera más pensado para andar a caballo. Los coches siempre se adaptaron a esa particularidad urbanística, y los conductores hacían gala de mesiánica paciencia para avanzar y dejarse pasar. Todo era orden y buenos modales, la conducción un ejercicio saludable y una garantía de llegar al sitio en cuestión, siempre a tiempo y sin mayor novedad. Siempre, hasta ayer.

De Conde de Casal a la Plaza de Castilla, un día normal a las ocho de la mañana, se tardaba unos diez minutos, no me digan que no. En sentido contrario no más de cinco, que siempre tiene que resultar más llevadero viajar de Norte a Sur. Si era un sábado de diciembre por la tarde, el trayecto de Goya a la Plaza de España era un fluido paseo sin mayor complicación, y con toda esa algarabía navideña montada, la felicidad del conductor, que hacía sonar villancicos con el claxon. Pero ahora toca despedirse de esos gozosos tiempos y ajustarse a la nueva, cruda realidad.

Nunca hubo atascos en Madrid, pero ahora ya los hay. Los que se han propuesto como misión colapsar a los ciudadanos y destrozarnos los nervios ya están consiguiendo hacernos vivir como en Tokio o en Hong Kong, que a ver qué nos habíamos creído. ¿Qué habremos hecho para merecer este desastre, con lo bien y lo plácidos que habíamos vivido y circulado en esta despejada y modélica capital? Que no va a ser lo mismo -¿dónde va a parar?- una ciudad atascada que embotellada. Y seguiremos repitiendo la mentira para que no se nos olvide que tiene que ser verdad.

Sí, repitan conmigo: "Los atascos en Madrid no existían o no eran de esta magnitud".

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s