Llego tarde, la noticia me sorprendió inmerso en otras aventuras. El caso es que tenía pendiente escribir sobre “Número Cero”, que además de la novela postrera de Umberto Eco, es la última que he dado en leer, y quién me iba a decir… Seguramente no quedará como la más celebrada ni la más cautivadora del filósofo, semiótico y escritor italiano, teniendo en cuenta además que su listón estaba muy alto. Pero para los apasionados de las historias relacionadas con el Periodismo –y con las intrigas asociadas a esta profesión y a este negocio- es una lectura desde luego recomendable, más sabiendo que en sus páginas se vierten lecciones de uno de los grandes sabios de la Comunicación de nuestro tiempo. Que, no en vano, dijo que toda Cultura se debe estudiar como un fenómeno de comunicación.
En concreto, la novela contiene un capítulo V antológico, que es una delicia leer. Ese en el que el aplicado director del ficticio periódico abre un “paréntesis” en el trabajo de la redacción para abordar “algunos principios esenciales” de la profesión. Se nos dice que la novela está ambientada en 1992, pero está escrita en nuestros días, y uno realmente llega a perder la noción de en qué época está. Probablemente porque las prácticas que se describen –sobre los desmentidos, la ubicación de las noticias, el tratamiento implícitamente intencionado de las informaciones y de los testimonios…- son atemporales, y en todo caso son los soportes y los amplificadores los que se han transformado con la tecnología y los modelos de negocio.
Es este capítulo el que aloja una de las frases célebremente mordaces de Eco: “No son las noticias las que hacen el periódico sino el periódico el que hace las noticias y saber juntar cuatro noticias distintas significa proponerle al lector una quinta noticia”. En efecto, no es lo que pasa, sino lo que se cuenta y cómo se cuenta para provocar la reacción que interesa. Tanto el citado director como el protagonista principal, que pasa por ser el más avezado en el oficio, nos describen con todo desahogo y mediante grotescos ejemplos las técnicas –ya digo, rabiosamente vigentes- de elegir las noticias que se publican (o emiten), de saber presentarlas, de manejar el contraste de las informaciones para crear los estados de opinión deseados. De utilizar hábiles y sibilinos recursos para poner al lector de su parte. “La noticia la hacemos nosotros y hay que saberla hacer ver entre líneas”. De esta manera, el medio –y los commendatores que están detrás- marcan la agenda y dirigen lo que su público ha de interiorizar. Sistemáticamente, el periódico –o léase la emisora, la cadena de televisión- “nos transmite una idea, una alarma, un aviso, qué se yo…”.
“Número Cero” relata la historia de un periódico de mentira que publicará noticias trucadas con unos objetivos determinados. Se supone una ficción, pero el autor nos da a entender perfectamente que está contando una historia muy real, simplemente vestida de historieta novelada. Nos la sitúa en otro tiempo y la relaciona con sucesos concretos acaecidos en Italia en un momento dado. Pero no resulta difícil trasladar y extrapolar los hechos, los discursos y las intenciones. No hace falta revelar que esa precaria redacción nos evoca otras, reales y más potentes que hoy día, y todos los días, practican esa forma de contar las noticias. Algunas, sí, con mucho eco. No sé si es exagerado que Roberto Saviano nos presente la novela, en la cubierta posterior, como “un manual de comunicación de nuestro tiempo”. Pero sí nos sirve como un ilustrador tratado de prácticas periodísticas que se vienen usando desde hace tiempo y que hoy están a la orden del día.
Por nuestra parte, sólo nos queda agradecer la lección. Le debía este post a Umberto Eco, pero soy consciente de que le seguiré debiendo mucho más.