“Y tú que te creías…”. Hay ciertamente mejores semanitas para sacar a pasear la altivez y darse baños mediáticos. Por más que no dejes nada a la improvisación y te esmeres en salir siempre con viento a favor y todas las ventajas en la mano, a veces la borrasca se equivoca y se te viene de frente.
“Y cruel y despiadad(a) de todo te reías…”. La vida enseña hasta a los más mayores que hay que circular por ella con juicio y atento a la señales –no digamos a los agentes. Tantos años de campar por los respetos de uno al final deja facturas, y aunque tarden, un día te pueden traer la cuenta en un cofrecito de esos que da pánico abrir.
“¿Adónde está el orgullo…?”. Porque no a todo se puede responder con la misma pose altanera, por muy seguro que uno se sienta y mucha confianza que mantenga en sus soportes incondicionales. Si son de tu misma pasta también te pueden fallar, o quién sabe si cuando menos esperes te los pueden quitar. Y ya no saldrás en la tele como tanto te gustaba que te sacaran.
“La vida es la ruleta…”. Si el Carnaval se te ha puesto a favor, puedes pensar que tu predilecta Cuaresma se te va dar todavía mejor. Pero si te sobras demasiado, la vigilia te la pueden prescribir a ti. Sentada a comer un viernes te anuncian que tienes dos esbirros menos a tu entero servicio, y el día antes de tu fiesta resulta que han venido a llevarse el jamón y los licores.
“Pero hoy tu buena suerte…”. Cuando se juega a alimentar la discordia y azuzar las tensiones, a sembrar los caminos de espinas, no se puede descartar que alguna vez el número salga cambiado. Apostaste otra cabeza ajena y hubiste de pagar con la tuya esta vez. “Fallaste corazón… No vuelvas a apostar”.
Y en fin, uno no sabe por qué va y se acuerda hoy de esta canción. Fallaste corazón, Chavela Vargas