La vida se puede consumir a grandes tragos o en leves sorbos, en caladas cortas o larguísimas, pero lo importante es disfrutar hasta el último. Que hasta el final te sepa bien. Y no siempre es fácil.
Los hechos y los trances te pueden llenar pero también te pueden sorprender, contrariar o pillar a contrapié. Lo esencial es tomar justa distancia y mantener siempre la compostura, el estilo y un algo de glamur. Qué difícil tiene que ser.
Los días pueden venir azules o grises, pero nunca hay que perderles la sonrisa. Recibirlos, sentarlos en tu salón, invitarles, ofrecerles compañía y conversación. Y que se sientan confortables, así todos esos días, y hasta los verdes y los rosas, pasaron por el humo de tus ojos.
Se puede ser muchas cosas y vestir muchos títulos –madre, hermana, abuela, tía, bisabuela…- pero no todo el mundo, qué va, es capaz de sobrellevar tal prestigio con razonable sencillez. Posiblemente con la seguridad que da llevar dentro un corazón de gigante, eso es que viene de linaje.
Sí, el tiempo se puede apurar y aprovechar hasta el último cigarrillo –incluidos los fumados en El Corte Inglés, que sí, que dicen que siempre ha estado prohibido. Te parecerá increíble, como nos parece a nosotros estar ahora aquí.
Y termino:
Dar las gracias puede ser un ejercicio grato, gratificante y hasta gratuito. Recto, correcto, diríase perfecto. Cuidado, esmerado y a menudo edulcorado. Pero a veces, ciertas veces, se pueden decir y dar simplemente de verdad.
Gracias por hacer la vida, toda la vida, más fácil y mejor.
Byenrique 