A los que me comentan que van a crear un blog suelo decirles que es como apuntarse al gimnasio, y a los que se piensan empezar a ir al gimnasio les sugiero que es como mantener un blog. Si no hacen una cosa ni la otra, me desmontan la teoría, pero al final les salgo con que, en la vida y en el trabajo, hay que comprometerse con lo que uno sabe que es capaz de dar.
Todas las tareas que dependen básicamente de uno mismo requieren auto-disciplina. Pero es importante, además, conocerse y ser consciente de hasta dónde se puede llegar. Si uno se apunta al gimnasio por primera vez y contrata la tarifa anual, siempre más barata en proporción, pensará que le está saliendo muy bien de precio. Pero si después de un motivado enero le empieza a entrar la pereza y en marzo ha dejado de ir para volver dos veces en el resto del año, la operación le habrá salido realmente cara. En cambio, si empezó apuntándose mes a mes, cuando ya lleve seis o siete sabrá más o menos con qué cadencia lo está utilizando, en qué épocas va más, y ya sabrá hasta qué punto le compensa una tarifa anual, trimestral, etc.
Con el blog sucede algo parecido, salvo el hecho de que no tiene por qué costar dinero. Pero tiene otros precios y contraprestaciones. Si arrancas, lo das de alta en cualquiera de los servicios disponibles, y te lanzas a publicar posts casi diarios, incluso dos y tres veces al día, si vas creando una audiencia y la acostumbras a ese ritmo profuso, deberás mantenerlo. Y a veces, como en el gimnasio, sucede que después de ese primer ilusionante mes, ya te cuesta seguir. O no te salen ya los temas con la misma facilidad o se te ha agotado el repertorio; o estás más liado y no puedes dedicarle el mismo tiempo, o simplemente ya no tienes ganas. Y esa audiencia que te habías ganado irá paulatinamente dejándote.
Cuando uno crea un blog, debe marcarse un ritmo de publicación, una periodicidad que sepa que es capaz de asumir. Si es una vez a la semana, perfecto; si es una vez al mes, también, por qué no. Pero que sea constante, que el ritmo que elija lo mantenga. Al final, su blog se hará reconocible por los temas que trata y por la personalidad y estilo del autor, pero también por esa cadencia. Igual que el público fiel sabe perfectamente qué día se emite tal serie en TV o cuándo sale el número especial de tal revista. Cuanto mejor te conozcan, los que te aprecian más te esperarán.
Luego, como en todo, hay días y días, etapas y épocas. No siempre vamos con los mismos ánimos al gimnasio, incluso el día que inexorablemente sabemos que nos toca. No siempre tenemos a mano la idea brillante ese martes que nos hemos fijado como día de publicación. Y ahí es donde tenemos que tirar de nuestro compromiso, de echarle algo –que tampoco es tanto- de fuerza de voluntad. Las velocidades de crucero se llaman así porque se mantienen, y es verdad que las condiciones no siempre son igual de favorables. Pero es su mérito. Al final, en esos días complicados es en los que se ganan tanto la credibilidad como el tono físico. Y al fin, si hoy no pudiste entrenar tan bien, por lo menos entrenaste, y el próximo día te saldrá mejor.
En definitiva, es recomendable que cada uno haga examen del tono físico de su blog. Y si ve que necesita un cambio de entrenamiento, que se lo plantee. Pero que luego lo siga. Claro que, si se constata que el problema es de aburrimiento, entonces casi es mejor proponerse un cambio: de gimnasio, de blog, de vida…