¿Este Barça o el de Guardiola?

Foto Efe

¿Las comparaciones son odiosas? Pues entonces vamos a jugar a ser un poco odiosos. ¿Es este FC Barcelona del triplete de 2015 mejor, igual o peor que el del triplete de 2009? O lo que es lo mismo, ¿preferimos el de Guardiola o el de Luis Enrique? Como siempre, estos ejercicios requieren algo de perspectiva, y no dejarse llevar por las sensaciones del momento. Y con cabida para todas las opiniones, uno se va a mojar: sin negarle el pan ni la sal, ni los elogios ni los títulos a este, aquel era mejor.

Sin entretenernos más, empecemos por las plantillas: el Barça de aquella mágica temporada tenía, igual que este, a Messi como piedra filosofal, que convertía en oro futbolístico lo que tocaba con los pies. De acuerdo, pero además estaban: Xavi e Iniesta en lo deliciosamente mejor de su carrera; Piqué con Puyol, la pareja de centrales del futuro campeón del mundo, que se hacían mejor el uno al otro; Alves recién llegado, en su forma más pletórica; Busquets, que rápidamente se hizo también indiscutible en la selección; Eto’o, que produjo 30 goles en Liga en su último año en el club; Henry, que tras dos temporadas erráticas ese año firmó un ejercicio excepcional; de portero, Valdés. En el actual están muchos de aquellos, pero la mayoría más o menos lejos de su mejor época. Añadamos a Luis Suárez, a Neymar, a Rakitic, a Jordi Alba y a los dos buenos porteros. Honestamente, aquella materia prima daba para más.

Hablemos del estilo de juego: aquel Barça de Guardiola era una trituradora. Te arrancaba el balón en la mitad de tu campo y ya no lo veías más, en todo caso hasta que sacaras de puerta… o de centro. Tenían hambre, y corrían tanto hacia adelante como hacia atrás –aquello que dijo Pep: “es que son buenísimos y además corren mucho”. Y manejando la pelota eran una sinfonía, con Xavi Hernández a la batuta, Iniesta poniendo las armonías y Messi como solista inigualable y principal. Con los años, aquel equipo empezó a ofrecer algunas debilidades a medida que perdió energía –la magia nunca la perdió. Dejaron de tener las mismas fuerzas y ganas para presionar y recuperar, la misma velocidad. Lo que ha sabido hacer muy bien Luis Enrique –entre otras cosas, que para algunos pareciera que no ha hecho nada- es adaptar el equipo a las circunstancias actuales de sus jugadores. No les ha obligado a tener siempre el balón, les ha dotado de recursos para manejarse en distintos estilos de partido. Y su maná, su fuente de riqueza, ha sido la efectividad. Los tres de delante las han enchufado de todas las maneras. Y sobre todo, las han metido cuando el equipo lo ha necesitado. Esa ha sido una de las dos diferencias principales que ha marcado este año el Barcelona sobre sus competidores, léase fundamentalmente el Real Madrid. La otra, claro, ha sido tener a Messi… y tenerlo en forma e implicado.

En aquella temporada 2008-2009, el FC Barcelona sumó un punto en las dos primeras jornadas de Liga, se dudó de Guardiola, y de ahí pasó a firmar una campaña irresistible: contó casi todos sus partidos en casa por goleadas, endosó aquel 2-6 en el Bernabéu, se proclamó campeón con semanas de antelación. Messi marcó 23 goles, por 43 en esta; la Champions siempre tiene sobresaltos, y en aquella pasaron la agonía de Stanford Bridge que salvó el gol de Iniesta. Pero en la final de Roma se dieron un paseo militar ante el Manchester United. Esta temporada que concluyó ayer en Berlín está muy reciente, y por ello no hace falta que ahora la contemos. Si se miran las estadísticas, es verdad que son mejores que en aquella. Pero ni su juego ha cautivado como entonces ni ha dado sensación de un dominio tan abrumador. Tanto en Europa como en España, este año ha habido quien ha faltado y quien ha fallado en momentos claves, y el Barça no ha fallado, desde enero lo ha hecho todo casi perfecto. Por eso ha sido el mejor y el justo campeón de las tres competiciones.

Al César hay que darle lo que es del César, y a este Barcelona hay que reconocerle y felicitarle por lo que ha conseguido. A todos, incluido a su entrenador, al que se sigue discutiendo a pesar de todo, y aunque es verdad que tenga la “habilidad” de caer tan mal a tantos, algo habrá tenido que ver en el éxito. Con todo, y asumiendo el riesgo de equivocarnos, este FC Barcelona no da la impresión de venir a marcar una época, como sí hizo el de Guardiola. Este ha ganado partidos y títulos, el otro se ganó además la admiración y hasta no poca envidia.

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