Cuando lo llaman problema de comunicación

Problema de Comunicación

Observamos cómo en los últimos tiempos se ha generalizado, con una recurrencia que aburre, la alusión a un problema de comunicación cuando cualquier cosa sale mal o se hace mal. No recuerdo cuando empezó a usarse, sí que una de las primeras a las que se lo escuché fue una conocida multinacional cuando le caían palos de todos los sitios. El caso es que ha terminando por generalizarse a cualquier esfera de la vida pública, empresarial y casi de cualquier orden. Los fracasos ya no se justifican por la mala suerte, el mal tiempo, una injusticia manifiesta o el también socorrido “error de apreciación”. Ahora todos se remiten a un “quizás no lo hemos sabido explicar” cuando les han vienen mal dadas. Y claro, el supuestamente responsable de que esa empresa o entidad se explique, inevitablemente se echa a temblar. O directamente a recoger sus cosas.

Es cierto que todo en la vida, de una otra manera, es Comunicación. Los seres humanos, y los entes por ellos creados, comunican con lo que dicen, con lo que hacen, y a veces con lo que no dicen y lo que no hacen. Pero no hay que confundirse ni distorsionar su función y su valor. No todo se explica por la Comunicación. Una cosa bien hecha puede estar mal comunicada, y la consecuencia puede ser que nadie se entere o que no se entienda bien; pero una cosa mal hecha, por muy bien que se comunique, seguirá estando mal hecha. Cuando una organización o una persona incurren en un desastre que además de serlo afecta a su imagen, la mejor práctica comunicativa sería intentar que se sepa lo menos posible o que no se hable prácticamente de ello. Pero si el despropósito ocurre a la vista de millones de personas y retransmitido por televisión, poco hay que hacer. Pasar página lo más rápido posible y empezar a contar otra historia.

Otro capítulo, más rebuscado pero también habitual, sería el de esa entidad que cree haber producido una joya de la corona, cuando en realidad lo que ha generado es un engendro. Lo comunica por sus cauces normales y alcanza la difusión esperada. Pero sucede entonces que la audiencia termina por percibirlo como lo que es, un engendro. Entonces no es un problema de comunicación. Ésta ha funcionado correctamente, pero la realidad era sí, y como tal fue recibida.

Rizando el rizo, puede darse –y de hecho se da profusamente- un ente que fabrica una ignominia, pero quiere que el público sea informado de una gran conquista. Para ello pone en funcionamiento la más diabólica maquinaria de comunicación. Hay que ser un verdadero mago o un brujo de las artes comunicativas -y cierto es que haberlos haylos- para conseguir que la gente vea blanco lo que es negro. Pero la historia dice que ni Goebbels, uno de los más genialmente malignos o malignamente geniales que ha existido en este gremio, lo terminó de conseguir. O como la famosa frase de Lincoln, “se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Por lo tanto, tampoco podemos hablar de un error de comunicación por más que se apele a ello. Es que pretendieron engañar demasiado.

En efecto, todavía hay quien todavía usa recurrir al “no deje que le engañen sus ojos”. Pero si finalmente no consigue el objetivo de que el público vea lo que le gustaría que vieran, no echen la culpa al responsable de esa estrategia de comunicación. Es que es muy difícil fabricar los mensajes y además los receptores que los reciban tal como se pretende. Los ojos son de cada uno, y a veces salen, mire usted, muy caprichosos.

La Comunicación puede fallar, en efecto, y hasta puede hacerse rematadamente mal. Pero muchas veces no es lo único que falla. Y si todo funciona mal, es imposible que la comunicación lo arregle todo y parezca que funciona estupendamente. Si hablas y nadie te escucha, puede ser: porque no hablas lo suficientemente alto; porque no pronuncias bien o no articulas bien tus argumentos; porque ya saben que lo que vas a decir; porque ya no te creen; o simplemente, porque estás solo.

Sí, ya sé que todo esto parece de manual. Pero a veces es que…

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