No recuerdo haber hablado nunca de mi libro. Es que aún no lo he escrito, y eso que con todas las páginas que llevo vertidas en este y otros sitios, podría llenar volúmenes enteros, y en ellos no faltarán historias que tal vez merezcan la pena. Que van del día a la noche y del encuentro al desencuentro, con mensajes más directos o ciertamente sutiles, a veces casi imposibles de captar o que sólo yo sé dónde están y adónde van.
Pero el que tengo que escribir esta vez, el que será mi libro como tal, aún estoy por empezarlo. Pienso que tendré que ponerle tapas, pero sé que no serán muy rebuscadas, tampoco lujosas, no me gustan las ediciones demasiado pretenciosas. Que vistan más de lo que llevan dentro. Creo que elegiré unas simples de cartón. Que sean flexibles, así mi libro podrá ajustarse a cualquier espacio y viajar en cualquier maleta, hasta puede que en algún bolsillo. Porque me gustaría que acompañara a quien consigo lo quiera llevar.
También tengo claro que no será un libro largo. No es mi intención apabullar con un pesado volumen de esos de 600 o 700 páginas, que intimide de entrada a quien se avenga a tomarlo, a prestarle atención. Quiero que sea sugerente en aspecto y tamaño, que prometa una lectura placentera pero ligera, no que se torne un desafío que alguien ya verá si se decide a afrontar. Sé que tendré que hace un esfuerzo de síntesis, tratar de condensar las ideas y los sentimientos, y no dejarme llevar por la verborrea literaria que, lo reconozco, a veces me invade. Quiero que mi libro sea breve en su curso y, si es posible, largo en el recuerdo.
Y tendrá un título bonito, redondo. Que invite, que sugiera, que genere el deseo de empezar a leer. Tampoco puede ser largo, bastarán cuatro palabras hiladas, bien construido, con un mensaje que diga mucho… sin decirlo todo. Tampoco quiero que parezca un slogan, ni pienso usar palabras rebuscadas. Sencillo y seductor, así será el título de mi libro.
Pero deberá tener un buen comienzo, eso es muy importante. Que el lector, ya que tiene el detalle de acercarse a mi libro, se alegre desde la primera línea de haber entrado en él. Trataré de tomarle de la mano ya desde los primeros párrafos, se podrá soltar cuando él quiera, tendrá que interrumpir, se irá a descansar, pero yo nunca le dejaré sin esa mano a la que agarrarse. Cuando desee volver, siempre me tendrá. Tengo que pensar bien ese inicio. Ya se sabe que los libros que hacen historia son aquellos de los que todo el mundo recuerda su primera frase. Hasta los que no lo han leído. Pero yo quiero que lo recuerden sólo los que lo hayan leído entero. ¿Cómo empezará mi libro?
En cuanto a la historia, pequeño detalle, pues ya se me ocurrirá. Afortunadamente no me faltarán, tengo mucho en que inspirarme y de eso no me puedo quejar. Simplemente se trata de acertar. Si tengo la idea, el formato, un título bonito y un buen comienzo, lo demás irá rodado. Hay historias que se escriben solas, y son las que salen mejor.
Sí, un día de estos tengo que empezar a escribir mi libro.