La Constitución garantiza tu derecho irrenunciable a vivir en libertad, aspirar a un trabajo y tener una vivienda digna. Puedes circular, asociarte, manifestar tus ideas y sentimientos por cualquier medio y expresar tu creencia ideológica, religiosa o de cualquier índole. No se te podrá perseguir, ni siquiera interpelar, ni tendrás que dar explicaciones por tus tendencias u opiniones en materia alguna.
Cualquier marco legislativo que se desarrolle en este país debe contemplar los derechos que por consenso han sido declarados fundamentales: educación inexcusable para todos, libertad de enseñanza y de elección de la misma; asistencia sanitaria universal a todos los niveles; relaciones laborales basadas en la oferta y la demanda a partir de unas condiciones mínimas y razonables que aseguren la compatibilidad entre la dignidad del trabajador y los objetivos empresariales; garantía expresa de cobertura de los servicios sociales y estructurales; sistema impositivo equitativo y basado en la equivalencia de esfuerzos; inviabilidad de cualquier medida que amenace o simplemente afecte a la convivencia.
Tú eres diferente y cada uno de los demás lo son según su albedrío y forma de vivir, pero todos sois iguales a la hora de ejercer y que se ejerzan vuestros derechos. Las instituciones existen en función de ti, porque tú estás en el centro de ellas y eres su razón de ser. Por eso están a tu servicio, tienen la obligación de atenderte, prestarte atención. Y de protegerte cuando sea necesario. Te asiste, y se cumple, el derecho a estar debidamente informado, no sólo por empresas que cumplan esa función movidas por un responsable ánimo de lucro, permitiendo distinguir claramente entre información y libre opinión. También por las propias entidades públicas, que han de comunicar transparentemente todas sus medidas, leyes y disposiciones. Y facilitarte el acceso a cualquier información que solicites.
Eres un ciudadano íntegro y reconocido con todas las consecuencias. No sólo te concede la Ley el derecho a voto, sino que dispones además de la facultad y los canales adecuados para comunicarte con tus representantes políticos, preguntarles, sugerirles y exigirles, si resultaran electos, el cumplimiento de las propuestas por las que les has votado. Todos los cargos públicos deberán escucharte y estar a tu disposición. Las puertas de sus despachos estarán abiertas siempre que lo demandes. Cuando un grupo significativo -y acreditadamente representativo- solicite la dimisión de un determinado cargo, por ley deberá dejar su puesto.
Tu corazón es libre. Tienes derecho a amar a quien quieras sin más límite que el correspondiente e igual derecho de los demás a amar a quien quieran. Disfrutas de total independencia a la hora de elegir tu entorno, puedes desarrollar tus relaciones sociales y familiares en la manera que tú y los tuyos determinéis. El respeto, incuestionable y multidireccional, se instaura como base de la convivencia en todos los ámbitos de la sociedad y en cualquiera de sus estados y situaciones. Tu vida te pertenece y puedes decidir absolutamente sobre ella.
Por todo esto, y por muchos motivos más, estás orgulloso de ser un holograma. Y por nada del mundo vas a querer dejar de serlo ni de vivir en tu imaginario país tridimensional.