Contrariamente a lo declaró ayer Cristiano Ronaldo tras el derbi, el Real Madrid sí puede perder 4-0 un partido, y de hecho ha pasado otras veces, aunque afortunadamente para su historia sean pocas. Lo que no se puede es prometerle a la afición que el equipo tenía marcado en rojo este partido en el Calderón, seguramente la última oportunidad de ganarle este año a este irreductible Atleti, y después salir a jugar así, con esa blandura, con ese tembleque, que en verdad recordaba a aquellas dantescas salidas a Alemania, lejanas unas y otras no tanto, donde en efecto les caían cuatro o cinco casi por costumbre. Y lo que no se puede es terminar un largo partido –porque ciertamente se les hizo larguísimo – con el balance de un solo disparo entre los tres palos… de Illarramendi.
A veces, más que los resultados, duelen las formas. Y la de perder ayer fue escandalosa. También irrita la tozudez, la insistencia en lo que no funciona. No vamos aquí a dar aire a los ventajistas, a los que salen ahora a proclamar que esto con el anterior entrenador no hubiera pasado, entre otras cosas porque pasó: en el Camp Nou, en Dortmund y hasta en el Bernabéu, y no una vez sino varias. Pero a cada palo le toca aguantar su vela. Y lo mismo que algunos decimos que vivimos más o menos felices con Ancelotti y pensamos que Mourinho está muy bien donde está –lejos del Madrid-, también hemos de decir lo que no nos gusta, o lo que no entendemos.
Y no se entiende que, si después de diez enfrentamientos contra el Atlético de Simeone en las dos últimas temporadas, sabe que por regla general le han devorado en el medio campo, insista y hasta profundice en la idea. Porque aparte del 4-3-3 que ya se ha evidenciado ineficaz en estos lances, ayer alineó a Khedira, que en su estado de forma actual es un elemento absolutamente insustancial y un lastre para todo el equipo. Quiere esto decir que la partida en el centro del campo fue Kross e Isco frente a Arda, Gabi, Tiago y Koke –luego Saúl– más todo lo que hace Griezman –espectáculo de jugador- y todo lo que ayuda Mandzukic. Mientras, el alemán y el malagueño tenían delante mirando, eso sí muy atentos, a Bale, a Benzema y al que luego dice que no pueden perder por cuatro a cero. Y así no puede pasar más que lo que pasó. A la desventaja táctica de salida, añádase la apatía, la sensación de que los jugadores sabían que nunca iban a poder con el rival. Que la dio desde el saque inicial, y al la vista está el vídeo esa jugada.
Quizás lo peor es que se presume que don Carlo lo sabe –evidentemente no es tonto-, pero no puede hacer otra cosa. Si sienta a las joyas de la corona, su trono puede peligrar. Con su elegancia, que nunca la pierde, ha echado su primera bronca en público a sus jugadores. Eso sí, usando siempre el verbo en primera persona, no en segunda como hacía su antecesor y sigue haciendo donde está ahora. El caso es que esta sonora derrota es de las que levantan ampollas, y no se puede descartar que pasen cosas. El técnico italiano está acostumbrado, en su andadura en la casa, a encontrarse con sucesiones de problemas y terminar solucionándolos, como el fontanero que arregla cañerías y tapa las vías de agua. Eso sí, sin dejar de hacer política, porque eso es fundamental para sobrevivir en este club. Por lo demás, ya se sabe cuáles son los resortes más débiles: Casillas a día de hoy lo es. Y si hay que pagar la cuenta, antes pagarían Nacho, Varane o Illarra, aunque éste apenas jugó, que los que ayer deambularon por el césped helado del Calderón. Y helados nos dejaron a los que lo vimos. Se puede sestear alguna vez, pero no se pude salir a un partido grande, a una cita esperadísima por la afición, a ofrecer un Madrid tan mínimo. Más que de Goya, goyesco.
No hemos dicho nada todavía del Atlético de Madrid, es que ya se sabe que lo negativo siempre es más noticia que lo positivo. Admirable es poco. Una vez más se demuestra que el gran mérito del Cholo es conseguir tener a 18 o 20 tíos enchufadísimos y que saben todos lo que tienen que hacer. Se lesiona Koke, sale Saúl y no se nota en nada, bueno sí, en que clava una chilena por abajo junto al palo. Y se demuestra también que les salen mejor las cosas cuando no caen en el exceso, cuando no se extralimitan en su a veces mal llamada o mal interpretada intensidad. Pero es que ayer no necesitaron salir a degüello, se limitaron a esperar a que el rival les mostrara la yugular. Y el Madrid salió escotado y sin bufanda, con el frío que hacía. En cualquier caso, el cholismo ilustrado funciona mucho mejor que el cholismo histriónico. El primero es el que está cambiando la historia, el segundo tiende a repetirla.
Y para terminar, dejémonos de demagogias con lo de la fiesta de cumpleaños de Cristiano. Se sabía, se había anunciado que lo iba a celebrar el sábado, y pasara lo que pasara no iba a cambiar de planes. El plan que tenían que haber cambiado él y sus compañeros era el de por la tarde, no el de por la noche. Otra cosa es que el entrenador hubiera procedido como el de la Sampdoria, el contundente Mihajlovic, que después de perder 5-1 contra el Torino el pasado domingo, suspendió la jornada libre del lunes por una sesión doble de entrenamiento, esto es, mañana y tarde. Pero todos sabían que Ancelotti no iba a hacer algo así. Para atreverse… que Lopera era una cosa, y Florentino es otra.