Aunque finalmente no lo han conseguido por poco, Catar acaba de demostrarle al mundo cómo es posible comprarse un título de Campeón del Mundo de un deporte de alcance universal. Han empezado por uno eminentemente occidental, como es el Balonmano.
El procedimiento es simple: primero, se compra la celebración del campeonato, poniendo sobre la mesa más dinero que nadie en esa suerte de subasta en que se ha convertido el proceso de asignación de los grandes eventos deportivos internacionales. Así obtuvo Catar la organización del Mundial de Balonmano 2015.
El segundo paso es crear una selección ganadora. Para eso lo normal es traerse a un entrenador, a ser posible el mejor del mundo, pagándole muy bien. Y después, más que formar jugadores locales, es más sencillo comprarlos de fuera. Así, la selección de balonmano de Catar presentó un equipo formado por bosnios, franceses, montenegrinos… casi todos jugadores de primer nivel, algunos incluso ya tenían en su haber grandes títulos con las selecciones de sus países de origen. Han llegado a la final, y aunque la hayan perdido ante Francia, ya pueden presumir de ser los vigentes subcampeones del mundo, superando a muchas de las selecciones que han dominado este deporte durante los últimos años: España, Dinamarca, Croacia, Suecia…
Por lo tanto, la estrategia está servida, y va a seguir. Este país va a organizar el Mundial de Ciclismo en 2016, el de Atletismo en 2019 y el de Fútbol en 2022. También optan a llevarse a su país el de Baloncesto, en 2019 o 2023. Y es fácil suponer que, visto el histórico ejemplo, otros países van a tomar nota. No sólo de la órbita del mundo árabe rico. Ahí tenemos a Rusia, que por el mismo procedimiento se adjudicó la celebración del próximo Mundial de Fútbol en 2018. La única condición es tener pasta y estar dispuesto a gastársela. Las federaciones deportivas internacionales les recibirán con los brazos abiertos. Otro ejemplo: Abu Dabi celebra el último GP del calendario del Mundial de Fórmula 1, y por si la carrera carecía de emoción por llegarse a esa última cita con el título decidido, pidió a la FIA que en esa prueba la puntuación fuera doble. Bernie Eccleston les dijo “show me the money”. Y evidentemente se lo enseñaron.
Cierto es que comprarse la organización del campeonato es mucho más fácil que comprarse una buena selección. Para conseguir esto último se necesita, además de dinero, una reglamentación que lo haga posible. En balonmano lo es, ya que está estipulado que un jugador que haya disputado partidos oficiales con una selección, puede luego hacerlo con otra si acepta pasarse tres años sin jugar con ninguna. Así pudieron los cataríes comprarse ese formidable equipo. Después se compraron hasta una afición que les animara en los partidos, pero para eso no hacía disposiciones legales.
En fútbol, por ejemplo, no sería posible a día de hoy comprarse una selección por este proceso. El que ha jugado un solo partido oficial con la de un país, ya no puede jugar con ninguna otra. Pero de aquí a 2022, quién sabe si las cosas pueden cambiar. La FIFA ya ha aceptado llevar su Mundial a un país donde en verano se vive a 50 grados, y está planteando incluso que se juegue en invierno, lo que significaría un precedente. ¿Y quién dice que no podría avenirse a un cambio de reglamentación bien recompensado? Los dirigentes del fútbol mundial son muy agradecidos con quien les hace favores, y ahí tenemos por ejemplo a Guinea Ecuatorial en semifinales de la Copa de África. ¿Quién nos dice que no podamos ver a los Messi y Cristiano de la próxima década formando con la camiseta granate?
Lo que no está previsto, ni se presume a muchos años vista, es que Catar organice unos Juegos Olímpicos. Simplemente porque este evento incluye competiciones femeninas, y en ese aspecto, hasta que no cambien mucho las cosas, no van a estar por la labor. Noticia selección catarí de baloncesto femenino
Por lo demás, avisados estamos.