No News, bad news

No News bad newsSi vas por la carretera e Internet es una apisonadora, súbete a ella o te convertirás en carretera. Eso se decía hace 20 años. Y todos asentíamos, pero muchos seguramente pensando en el de al lado. Cuando a cada uno de los que iban bien instalados en su carril le ha llegado el momento de subirse, o le ha dado pereza o ha esgrimido la máxima del chiste del baturro: “chufla chufla, que como no te apartes tú…”. El problema es que la tal apisonadora llevaba velocidad de bólido. Y muchos se han quedado en pavimento. Otros han osado revelarse, pero no cambiándose de carril o intentando ir más rápidos, sino más bien pretendiendo que todos fuéramos por el arcén y así no nos pillaban. Fue la música, fue el cine, fueron los libros, ahora la prensa. “¡Que nos roban!”, clamaban unos; “O nos lo pagan a todos o no hay café para ninguno”, han dicho los otros.

Desde ayer el derecho a la libre información circula por el arcén. No ha sido en China ni en Corea del Norte. Ha sido España el primer país oficialmente democrático donde un servicio de noticias ha tenido que echar el cierre, obligado por una ley que lo hacía inviable, y sin posibilidad de siquiera negociar. Y todavía los hay que presumen de ello, como cuando la autarquía. “Chufla chufla, que aquí me quedo yo”.

La soberbia y la ignorancia son dos valores que en nuestro país suelen caminar de la mano, muy hermanados. Igual que nos cargamos la Constitución de Bayona por ser francesa, sin reparar en si era más o menos razonable. Sea del gigante de Internet o de la más modesta pyme que se inventa un servicio y funciona, Google News le convenía todos: a los consumidores de contenidos informativos y a los que producen esos contenidos. Que no podía salirle gratis total a la compañía californiana, por supuesto. Que hay que defender la propiedad intelectual, pues de acuerdo, pero incluyendo también la del periodista, no sólo la de la empresa que le emplea –ese ya sería otro asunto de mucho recorrido. Pero que a todos nos interesa que lo que creamos se difunda y lo vea más gente, por favor, no lo neguemos. Pues pongámonos de acuerdo. Al menos eso es lo que han hecho en otros países europeos.

Pero los grandes editores de prensa escrita –Prisa, Vocento, Unidad Editorial, Zeta… los que conforman la AEDE- han tirado de soberbia y se han aprovechado, básicamente, de unos legisladores ignorantes. Les han colado en el texto de la nueva Ley de Propiedad Intelectual el “derecho irrenunciable” a cobrar un canon por reproducir sus noticias. Irrenunciable para ellos y para todos aquellos que quieren que se difundan sus noticias y no tienen ningún interés –o necesidad- de cobrar por ello. Y Google ha dicho que así no. Que lo que no ha hecho en ninguno de los países donde opera Google News, lo ha tenido que hacer aquí.

Ayer fue el primer día sin noticias en el buscador más universalmente utilizado. Para los que necesitamos encontrarlas, es un verdadero problema, no irresoluble, pero un engorro. Quien más y quien menos se da ahora cuenta de que ha tensado demasiado la cuerda. En Google España están convencidos de que se encontrará una solución; ayer el ministro de Industria dio a entender una posible marcha atrás diciendo que “ninguna decisión debe ser tomada como irreversible”; y los grandes editores dicen ahora que están abiertos a negociar. Pues a buenas horas. Porque si “siempre se pueden hacer las cosas de otra forma” (José Manuel Soria dixit), ¿qué necesidad había de llegar adonde hemos llegado? La nota que hemos dado en la prensa mundial (por ejemplo esta muestra) ya la llevamos para siempre. Y mientras los señores se avengan a sentarse, acercar posturas y finalmente sellar acuerdos, aquí estamos y seguiremos sin News. Y eso siempre son bad news.

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