Copa de África, ingenuos e inocentes

Copa de África 2015

Con sentido común, pero ingenua e inocente, la federación marroquí de fútbol solicitó a la FIFA (o a la Confederación Africana, que no es más que un satélite de la gran multinacional futbolística) aplazar la celebración de la Copa de África, prevista en su país para enero de 2015, por razonable temor a que la incontrolada epidemia de ébola se extienda aún más con el esperado tránsito de gente –no sólo futbolistas- procedente de países de riesgo.

Ingenuos e inocentes. No sabían, o no se acordaban, de que ni la FIFA ni sus fieles subsidiarias se detienen ante nada ni ante nadie cuando hay un gran negocio por medio. ¿Qué paponada es eso del ébola? Como era previsible, respondió a los organizadores que tenía que jugarse en las fechas previstas, sí o sí, con epidemia o no. Marruecos dijo entonces que se lo pensaría si la organizaba, y finalmente ha declinado, han decidido que prefieren no correr riesgos. Ingenuos e inocentes. La CAF (la filial africana) les ha expulsado del torneo y también de la próxima edición, a celebrar en 2017. Veremos si además los headquarters (la FIFA) les prohíben también jugar la clasificación para el Mundial 2018. ¿Cómo se atreven a poner en riesgo su salud financiera, que es la que verdaderamente importa?

Como los demás países tampoco lo tenían muy claro –el ébola sigue extendiéndose y traspasando fronteras-, no les ha sido fácil encontrar una sede alternativa, pero finalmente han convencido –o se lo han impuesto- a Guinea Ecuatorial para que lo organice. Y en las mismas fechas, faltaría más. Y ya tienen su Copa de África en un país potente, con recursos e infraestructuras, con un régimen político intachable y toda la seguridad garantizada, la sanitaria y la civil. Se escucha decir a su director nacional de Deportes –que curiosamente se apellida Obiang– que es una gran noticia para el país.

Nadie debe sorprenderse, ya sabían todos cómo las gastan estos abnegados dirigentes del fútbol mundial. Hace cuatro años, a la selección de Togo la tirotearon en su autobús camino de Angola, adonde iban a disputar la Copa de África de 2010. Les mataron a tres miembros de la expedición. Con tal tragedia a cuestas, los jugadores –aquel Adebayor entre ellos- no se encontraban con ánimos de salir a jugar, las selecciones de sus grupo –Costa de Marfil una de ellas- en principio quisieron solidarizarse. Hasta que llegó la autoridad a poner orden. Aquí se juega y sin rechistar. Finalmente el gobierno togolés decidió retirar a su selección y traerla de vuelta a casa. Les cayó una sanción de cuatro años sin jugar y una multa de 50.000 dólares. Ingenuos, inocentes, tiroteados y expulsados.

El negocio es el negocio y nadie ni nada se puede anteponer. Cuando algunos –ingenuos e inocentes- dieron en vaticinar que el pasado Mundial de Brasil a lo mejor no se podría jugar por el clima de conflictividad social que se vivía en ese país, a los que conocen bien a la gran banda del fútbol organizado les entró la risa floja. El gran certamen del fútbol se celebra cueste lo que cueste y le cueste a quien le cueste. Y donde sea que ponga la pasta, haya guerras, epidemias, hambre o dictaduras. Y si Rusia y Qatar ponen sus petrodólares encima de la mesa, allí se llevan Blatter & co su Mundial aunque haya que jugar a 50 en grados o en Siberia si hace falta.

Y en fin, el Mundial se celebra cada cuatro años, como la Eurocopa y la Copa de América. Pero en África, el continente más pobre y con medios más precarios, se celebra cada dos. Porque hay que potenciar el deporte rey en esos países. Es decir, hay que exprimirles lo poco que tienen. Y que se atrevan a protestar. Ingenuos e inocentes…

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