Que el Real Madrid le gane al FC Barcelona en el Bernabéu en partido de Liga serio, esto es con puntos importantes en juego, sucedió ayer y había sucedido por última vez en 2006, por lo tanto hace ya ocho años. Que se lo apunten los nostálgicos de regímenes anteriores, en especial los del inmediatamente último en el tiempo, en el que argumentan insistentemente que el Madrid cambió la tendencia de dominio del Barça, una de esas clásicas mentiras repetidas muchas veces hasta que consiguen que parezcan verdad. Asiste el madridismo al apogeo del régimen de Ancelotti, que hasta ahora ha sido más fecundo en títulos que en juego, pero incluso éste empezó a aparecer a ratos la temporada pasada y promete quedarse en esta.
El diccionario propone varios significados del término régimen. El primero: modo de gobernarse o regirse en algo. Según él mismo se definió en una entrevista, Carlo era un futbolista “ni muy físico ni muy técnico pero que sabía todo lo que pasaba en el campo”. Esa rotunda sencillez es la que ha llevado a los banquillos donde ha entrenado. Y en la silla eléctrica que es del Madrid la sigue practicando. Ni aspavientos ni salidas de tono ni declaraciones incendiarias. Al contrario, mucha mano izquierda y absoluta paciencia, que a más de un madridista ha llegado a poner de los nervios cuando veía que las cosas en el equipo no funcionaban y no se tomaban drásticas medidas de gracia. Él asume que hay que migliorar y trabaja con pericia de fontanero, aquí tapa una vía de agua, ahí pone un puente y allá tira un cable hasta que la cosa consigue mantenerse en equilibrio e la nave va. La temporada pasada fue un continuo solucionar problemas, uno tras otro, y aunque la liga terminó descarriándosele, no se puede decir que saliera mal parad. Los primeros meses de esta algo más de lo mismo, le desmontaron el equipo, le costó volverlo a montar y ahora parece que lo tiene. Pero él no cambia su discurso. Tiene la suficiente experiencia y no menos inteligencia como para saber que este clima de bonanza en la Casa Blanca puede durar dos telediarios. Simplemente hasta el próximo partido en casa se gane jugando flojito.
La segunda definición que encontramos del término régimen es “Forma o gobierno de un Estado”. El Real Madrid es una dictadura presidencialista y oligárquica dirigida, y amplios sectores del madridismo, fervientes partidarios de esa forma de gobierno, estiman que también el primer ministro del banquillo debería encarnar esa autoridad, y por lo tanto ejercer como un cacique, al estilo como hizo Mourinho. Pero Ancelotti no tiene nada que ver. Los entrenadores de hoy en día se clasifican en pragmáticos e ideólogos del fútbol, y llevados al extremo, en hábiles políticos y auténticos cabezones. Don Carlo es de los primeros, quiero decir pragmático, al estilo que lo fuera Luis Aragonés o lo es Del Bosque. No es de los que llegue con su librillo convertido en catecismo y así hay que jugar sí o sí, y si no le traen los jugadores precisos para pintorrejear la pizarra con los nombres que a él le gustan, pues obliga a los que tiene a moldearse según su idea. Él ve lo que tiene y con ello a qué se puede jugar. Entonces viene con el “árbol de Navidad” (el 4-3-2-1) pero luego ve que le funciona mejor el 4-3-3 y ahora el 4-4-2. Como aquel proverbio chino, “gato blanco o gato negro, si caza ratones…”
Pero además el técnico italiano tiene que hacer otro difícil equilibrio: lidiar con los intereses presidenciales, y los juguetes nuevos hay que sacarlos siempre que vengan las visitas, máxime si son importante. Este que escribe viene diciendo a título particular que, si él fuera el entrenador, seguramente Isco e Illarramendi jugarían bastante más, y a lo mejor James Rodríguez y Benzema algo menos. Y cuando esté disponible Jesé, tal vez Bale iba a tener más descanso. Lo digo asumiendo que duraría en el puesto dos jornadas, que no se pueden tener más de 200 millones en el banco. Ancelotti es consciente de ello, pero también se da cuenta de lo que le funciona mejor. Entonces hace un pinito por ahí, un arbolillo por allí y al final consigue mantener a todo el mundo o contento o por lo menos no muy descontento. Si encima se suman títulos, más o menos se juega bien, se firma un partidazo en Anfield y se gana con autoridad al Barça, ya tiene el altar dispuesto. Pero mañana puede ser paredón, eso también lo sabe.
Por lo demás, la tercera definición de régimen es “conjunto de reglas que regulan la alimentación”. Ahí ya no entro, porque uno no puede responder de los atracones de pasta que con seguridad le procura el querido Andrea de Don Giovanni. Que mamma mía…
En definitiva, que Carlo Ancelotti es un entrenadorazo, ahora de paso por el Real Madrid y mañana en otro ilustre banquillo, está quedando demostrado. Que es un caballero y sus comparecencias públicas dan la medida de lo que debe esperarse en este club, que lo vea quien quiera verlo. Y que es un tipo con soluciones para todo, a los hechos nos remitimos y no hay más que verle su expresión en las ruedas de prensa: siempre lleva duples.