La lucha contra el sexismo en nuestras costumbres, comportamientos y hábitos sociales sigue vigente, latente y desgraciadamente lejos de llegar a su fin. Por más que se hayan conseguido importantes avances en las últimas décadas, todavía quedan más que vestigios. Y lo peor, y por eso tal vez resultan más difíciles de combatir, es que muchas de estas conductas desfasadas a veces pasan inadvertidas, no nos damos ni cuenta. Como si nos parecieran tan normales. Y eso es lo peligroso.
En ese largo camino, producen frustración una serie de tendencias y movimientos que indican marcha atrás, como los que vuelven a promover la educación de niñas y niños por separado. O las empresas que siguen remunerando mejor a sus empleados que a sus empleadas por realizar el mismo trabajo. Y desde luego, muy a la orden del día, ciertos reclamos publicitarios y prácticas generalmente aceptadas en el mundo de espectáculo, el deporte y en general en los eventos de masas. La carne ha atraído siempre, y otro debate sería discutir hasta qué punto es lícito utilizarla como reclamo. Lo que pasa es que, en vez de hacer uso de ambas modalidades carnales, es la femenina la que se suele utilizar más para captar al cliente.
Lo que no sé bien es si, en esta denodada lucha, a lo mejor no estamos acertando en separar el grano de la paja. Me voy a referir al caso del speaker –locutor- del BEC Arena de Bilbao en el Mundobasket. El deporte, digamos de antemano, es una de la manifestaciones donde más cancha se da al sexismo. Por lo que decía de atraer al público, todavía mayoritariamente masculino. Sexista es, por ejemplo, la medida de algunas federaciones y clus de obligar a sus deportistas femeninas a competir con indumentarias ajustadas. Lo es, y otra vez muchos no nos damos cuenta, el hecho de que los partidos femeninos de tenis que mayor expectación registran son los que enfrentan a dos bellas tenistas (recuerdo que, cuando jugaba Ana Kournikova, la cadena que retransmitía no emitía publicidad durante los descansos de sus partidos, detalle por cierto que la ex jugadora rusa conocía muy bien). Que se otorgue mucha mayor cobertura informativa al mismo evento deportivo en su categoría masculina que femenina, puede tener algo de sexismo pero también responde a una ley de oferta y demanda -en España, a medida que las mujeres están conquistando importantes éxitos deportivos, se les va dando más espacio, aunque innegablemente todavía mucho menos que a los hombres cuando consiguen un éxito equivalente, bien europeo o mundial.
¿Y es sexista el fenómeno de las cheerleaders? Pues en origen sí, después se ha ido aceptando y también es verdad que hoy existen empresas que se dedican a esta actividad con absoluta seriedad, y profesionales que se entregan a ese trabajo con dedicación y mucho esfuerzo, que no todo consiste en vestir sexy. Luego habrá casos y prácticas particulares, y cada una y cada uno podrán contar su experiencia.
Y entonces tenemos lo del locutor –speaker– de Bilbao. Al terminar la actuación del grupo de cheerleaders, espetó por la megafonía que a quién no le gustaría pasar una noche loca con una de esas chicas. El contexto, del que seguramente el hombre se dejó llevar, era que acababan de interpretar un número con la canción esa de Enrique Iglesias que dice “yo quiero estar contigo, vivir contigo, bailar contigo, tener contigo una noche loca”. El pobre animador se animó y… el resultado es que le cayó un aluvión de críticas por su comentario y finalmente intervino la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), que decidió destituir al profesional. Un detalle: cuando esto sucedió, en el pabellón nadie se alteró con el comentario del señor, fue a raíz un artículo en una página web, que alcanzó un efecto multiplicador en las redes sociales, y ya se armó todo el revuelo.
Ciertamente, el speaker, locutor o como le llamemos, no estaría muy afortunado, y además lo ha reconocido y perdido perdón. Que además el directo es muy traicionero, y más cuando se necesita llenar el espacio de palabras. Pero a lo mejor, no estoy seguro pero lo apunto, arremeter y gastar energías contra este tipo de actuaciones –más o menos espontáneas y más o menos influidas por el ambiente y el escenario- exigiendo responsabilidades de ellas es perderse un poco en la paja. Al fin y al cabo, degradar y luego destituir al empleado del megáfono siempre es más fácil que hacerlo con un político o alto cargo de una entidad o empresa que hubiera incurrido en algo parecido. O te pueden dar la razón por una chorrada y luego ignorarte cuando se trata de un asunto verdaderamente serio. En fin, que en materia de igualdad de derechos y tratamiento entre mujeres y hombres, hay todavía mucho grano que quitar, además grano del gordo. Y una vez erradicado éste, mucha de la paja accesoria irá despareciendo por sí sola. O al menos es de esperar.
Efectivamente Enrique el tema de delicado. El locutor, pide perdón. A mi me dicen que gente que le conoce (una destcada luchadora contra la igualdad) que no es así. Error y consecuencia de despido. Nada que reprochar. Te has equivocado y asumes las consecuencias.
Tu último párrafo es demoledor. ¿Y el famoso alcalde pucelano? ¿no pasa nada? ¿el otro toledano? ¿tampoco?
Enhorabuena por la pluma!