¿Se imaginan una ciudad, pueblo o barrio donde habitaran cinco camareros por cada cliente que entra en un bar? Pues más o menos a eso equivale que existan cinco consultores de comunicación por cada periodista. Esa es la proporción que se da ya en Estados Unidos, según un estudio de la Oficina de Estadísticas Laborales de ese país, del que se hace eco PR Noticias. No hace falta ser un maestro de la extrapolación para deducir que la tendencia en Europa, y por ende en España, es muy similar. Aunque los estudios europeos a los que hace referencia el artículo inciden más en la diferencia de salarios –a favor siempre de los comunicadores- y no en la proporción entre unos profesionales y otros, para cualquiera que desenvuelva en el ámbito de la Comunicación y los medios salta a la vista. Se emiten más comunicados y mensajes que las que cualquier redactor podría abrir, leer y considerar. A veces, y pongo por ejemplo el sector de las TIC, se diría que hay más ruedas de prensa en la agenda semanal que periodistas para cubrirlas.
Habrá sus excepciones, pero casi en cualquier sector que pisemos hay cada vez menos medios y menos periodistas, mientras se mantiene –o no desciende tanto- la población de empresas y entidades que comunican, con su correspondiente equipo de directivos, agencias y profesionales dedicados a esa función. Pero es que incluso antes del tsunami de la recesión, era muy habitual que la carrera profesional de un licenciado en CC de la Información con suerte empezara en los medios y después pasara a desempeñarla en empresas o agencias, donde se valoraba su experiencia en el otro lado y por supuesto se le pagaba más.
Cuidado que, además, el estudio americano hace referencia exclusivamente a los que trabajan en departamentos de Comunicación, gabinetes de prensa y agencias. No incluye a los autónomos. Si así fuera, la proporción sería mucho mayor que ese cinco a uno. Un profesional que sepa desenvolverse en ambos lados de la barra –sigo con el símil del inicio- y se ponga a trabajar por su cuenta, con casi toda probabilidad se tirará por el lado de la Comunicación. Porque a un periodista freelance al que le encarguen un artículo o reportaje se lo pueden pagar hoy en España a unos 200 euros –pongamos, siendo optimistas- y le puede llevar unas 10 horas de trabajo; como consultor independiente, pensará que esas mismas horas de dedicación tendrán una remuneración sensiblemente mayor, aún a pesar de la criba de precios a la que estamos asistiendo. Otra cosa será la efectividad y calidad de trabajo que consiga, sus contactos y sus dotes para comunicar, pero simplemente a la hora de presupuestar verá muy claro que puede ganar más.
Sucede así que la pirámide de la profesión, la que rige el equilibrio del ecosistema, se deforma y se torna insostenible. Como cuando mengua la población de conejos en el monte por una epidemia, desaparecen los predadores que se alimentan de ellos y en cambio la vegetación crece de forma incontrolada. Lo que tenemos en esta profesión es, básicamente, un escandaloso desajuste entre la cantidad de información que se emite y la capacidad de procesarla y convertirla en contenidos veraces, contrastados y que resulten relevantes y útiles para los ciudadanos. Por otro lado, el dramático estrechamiento del abanico de medios y profesionales limita enormemente el campo para las empresas que aspiran a su visibilidad, y agota el margen de trabajo de los profesionales que se entregan a esa labor. Y claro, muchos, cada vez más, deciden migrar a las redes sociales porque se supone que allí no hay límite y está toda la tierra por conquistar, como el Lejano Oeste. Solo que resulta que luego no todo ese monte es orégano. ¿Cuántos periodistas y comunicadores están trabajando hoy de community managers?
Y entonces el cliente que llega a la barra se quedará ciertamente abrumado cuando pida una cerveza y le sirvan cinco, cada una con su aperitivo y un “buenos días señor”, y desde luego con la intención de cobrárselas todas. Ni le dará para volver otro día ni tendrá mucho futuro ese bar.