Los últimos de Maracaná II

Los últimos de Maracaná II

 

Ayer pusimos un post muy breve, por imperativos del guión del día –hubo que coronar una solemne barbacoa con la real familia, que es la de uno. Y porque quizás tampoco había mucho más que decir. Es verdad que este país tiene problemas y frentes mucho más serios como para que nos vayamos a deprimir ahora con la drástica y súbita eliminación de España en el Mundial 2104. Pero ya escribimos aquí también que justamente esta selección no debería ser motivo de sufrimiento, sino para alegrarnos de haberla conocido, aunque ahora la veamos así. No están faltando, eso sí, los que ahora se alegran de que termine este ciclo, que se les debe haber hecho insoportable. Porque añoraban los que entienden gloriosos tiempos de la furia y el “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, esos mundiales de Argentina, España, Francia, Corea y Japón… La opinión es libre pero yo no lo entiendo, la verdad. Y mucho menos el desprecio con que algunos lo dicen.

La vida no es un cuento ni una película con final feliz, sino que continúa después del beso interminable, la música y el The End. Por eso toda felicidad termina por devenir en decadencia. Y no se ha librado de ella nadie. Cuando Induráin flaqueó en las rampas de Les Arcs, en el Tour del 96, primero nos frotamos los ojos y después tratamos de explicarnos lo sucedido, que sólo había sido una pájara, que él estaba bien y reaccionaría en cuanto llegara la ocasión. Llegó en Hautacam, y allí ya se hizo patente que Miguel no iba a ganar su sexto Tour ese año, ya no lo iba a ganar nunca.

Algo parecido nos ha sucedido con esta selección en este mundial. En las últimas jornadas de la temporada, mientras vibrábamos con la resolución de la Liga y la Champions, de vez en cuando mirábamos de reojo y creíamos ver a Vicente del Bosque tirándose de los pelos: entre los que se les veía en baja forma física, en mal momento de juego, los que se lesionaban, los que no jugaban… Y sabíamos que todos esos eran precisamente los que iban a ir a Brasil. Porque eran los de siempre, porque el seleccionador había decidido seguir apostando por ellos y no se iba a dar a experimentos de última hora. Confiábamos ciegamente en ellos por sus hojas de servicio, pero su presente no era ni mucho menos el mejor, además lo sabían porque quien más y quien menos ya estaban negociando su retiro dorado. No lo queríamos ver, y nos lo han tenido que hacer ver Holanda y Chile en dos tardes aciagas.

Valga entonces la peregrina pero poética comparación: aquel Imperio español de ultramar empezó a desgastarse en Flandes, donde se puso el sol, bajo el reinado de Felipe II; entró a partir de ahí en un lento pero progresivo declive, que se certificó con la pérdida de las colonias americanas en el siglo XXI, y se cerró en Filipinas, donde cayó el último reducto. Ahora, en el inicio del reinado de Felipe VI, hemos visto caer nuestro imperio futbolístico después de seis años de hegemonía. Ha sido mucho más rápido, pero hab tenido que ser los Orange los que nos parasen los pies y una selección sudamericana la que nos largase el billete de vuelta para nuestros dominios. El miércoles vimos a los últimos de Maracaná luchar contra su propio destino, inexorable. Sabemos que muchos ya no van a volver, y ellos también. Pero igual que de aquella época imperial nos queda la Rendición de Breda que pintara Velázquez, de este más reciente nos quedará la imagen de Casillas levantando la Copa del Mundo en Sudáfrica. Uno se identifica más con esta última que con aquella victoria, pero pintada y fotografiada han quedado ambas escenas para la posteridad.

Los últimos de Maracaná se han marchado abatidos y cabizbajos, dolidos sobre todo por su propia impotencia. No podía ser de otra manera, pero tuvimos –ellos y nosotros- la legítima esperanza de verles marchar unos días o unas semanas más tarde, y con otro semblante. Legítima pero equivocada. Los oportunistas salen ahora a hincharse de razón, y tratarán de convencernos, repitiendo muchas veces la mentira, de que esta ha sido la peor selección de nuestra historia. Pues miren no, ha sido la mejor, con mucho. Y este que escribe podrá comentar, elogiar o criticar lo que puntualmente le parezca bien o mal, pero siempre de corazón les va a dar las gracias.

Mucha de toda esa élite política, económica y social que ayer se daba cita en el Palacio Real para saludar a los nuevos reyes, pero sobre todo para dejarse ver y fotografiar, tendría preparados sus billetes para Brasil. Ya no hace falta que vayan. Les ha dado plantón esta selección. De verdad, qué poca consideración. ¿No es para desterrarles a todos?

4 Comments

  1. Paro, corrupción, futbol, monarquía,aplastamiento de derechos laborales y sociales, incierto futúro de nuestros jovenes, ( y de los que no lo somos) hambre infantil, desesperación ante una situación que no quieren arreglar quienes pueden, enrriquecimiento desmesurado de unos pocos, tragar diariamente la verborrea de los politicos y sindicalistas, banderas en los balcones, sanidad y edecación ( públicas ) cada día más pobres, manifestantes que reivindicando sus derechos y los de todos son detenidos y juzgados ¿ Como y por qué aguantamos, aún, todo esto?. No logro explicarmelo, de ninguna manera.

    1. ¿En qué país vives tu Carlos???? Yo me leo La Razón, El País y el ABC cada día y miro la 1 y la tele del Metro de Madrid y no veo nada de eso que dices……vivo en un país maravilloso y que ya salió dé la crisis hace tiempo, donde suben los sueldos, nos bajan los impuestos y vamos a ganar el mundial Again…… Haz como yo y serás más feliz….. Y que guapo y que preparado es el Felipe uve palito coño….. que lo primero que va a hacer el hijo del mataelefantes es darse un chute de modernidad en el Vaticano…. Como Dios manda……

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