Fue por estas fechas cuando God Save the Queen, el tema bandera de los Sex Pistols y del movimiento Punk como tal, debiera haber salido a la venta en 1977. Pero nada más firmar el contrato con A&M Records, la firma que lo iba a lanzar, y con 25.000 copias ya producidas, los miembros del singular y efímero grupo desarrollaron un comportamiento tan impresentable en las oficinas, con los empleados y con los mismos directivos de la discográfica, que a los seis días ésta canceló el contrato y destruyó las copias.
Lo lanzaría posteriormente Virgin, el 27 de mayo de ese mismo año. Contra viento y marea, porque el título, la temática y la portada del disco indignaron a mucha gente, desde los propios trabajadores de la compañía hasta emisoras, autoridades y entidades oficiales. La BBC lo censuró, lo que tampoco nos ha de extrañar mucho. Pero no fue la única. Se trató de ocultar que fue número uno en ventas la semana del 25 aniversario del reinado de Isabel II, en beneficio de Rod Stewart, cuando constan datos de que había vendido el doble que aquel Tonight’s the Night (maravilloso, por otro lado).
Además, los propios Sex Pistols y su discográfica no se cortaron un pelo a la hora de echar más leña al fuego. Organizaron conciertos en el Támesis frente al Parlamento, aprovecharon fechas emblemáticas de la realeza para darse visibilidad, protagonizaron espectáculos que iban de lo poco edificante a lo bochornoso, en fin, no fueron los chicos un modelo de buena conducta.
Para gran parte de aquella sociedad, esa canción era un insulto a la nación, a la monarquía y a toda la grandeza británica. Otra gran parte se llevó el disco a su casa. Porque lo cierto es que mucha gente les compró la idea. Vendieron a mansalva, 150.000 copias en los primeros diez días. Y pese a que el grupo no duraría más de dos años y medio y no llegaron a producir más que cuatro singles y un álbum, hoy, 37 años después, casi todo el mundo se acuerda de ellos. Hasta ingresaron en el Hall of Fame del Rock.
No vamos a alabar aquí el pelaje y la catadura de los Johnny Rotten, Sid Vicious o Steve Jones, ni mucho menos de su empresario, Malcolm McLaren. Pero algo tuvieron que llegó a la gente, y no se puede discutir que aquella canción triunfó y hoy es un clásico. Tal fue que se atrevieran a vendarle los ojos y la boca a la reina. Tal vez fuera su mensaje: en la letra, entre ciertas expresiones más o menos ofensivas y alguna que otra burrada, se cuela un “there is no future / in England’s dreaming” (no hay futuro en el sueño de Inglaterra) y hasta el final de la canción repetían insistentemente “No future No future for you”.
Tal vez que muchos se identificaban porque eran temas verdaderamente de actualidad en aquella Inglaterra de los años setenta. Que a lo mejor hoy lo son en otros países…