Si lo ha dicho L’Equipe, no seré yo quien lo vaya a rebatir. Rafael Nadal ha sido el deportista mundial de 2013. Es que su gesta de este año lo ha tenido todo, el componente pragmático –dos grand slam y cinco masters 1000, esto es, la mitad de los torneos importantes que se jugaban, que se dice pronto- y además el emotivo, un retorno a la cúspide del tenis mundial del que ni él mismo estaba seguro de que fuera capaz cuando reapareciera en aquel torneo de Villa del Mar. Poco más queda escribir de este gigante que no se haya dicho ya. En España vivimos pendientes de él hasta cuando juega torneos de exhibición, en eso sólo Real Madrid y FC Barcelona se le pueden comparar, cuando juegan esos amistosos en verano. Haber llegado a igualar ese nivel de expectación es una proeza en este país para un deportista que no sea del planeta fútbol.
Ha habido otros en este mundo durante el año: Ussain Bolt una vez más, Sebastian Vettel tetracampeón, el flamante ajedrecista Magnus Carlsen y el omnipotente Bayer Múnich podrían servirnos para completar el cuadro de honor de 2013, aparte otros nombres destacados. A nivel nacional, vamos a destacar, sin necesario orden de preferencia, a la selección española masculina de balonmano, campeona del mundo por segunda vez; a la de hockey sobre patines, que lo ha sido por decimosexta vez; a la femenina de waterpolo, que lo ha conseguido por primera vez; a la femenina de baloncesto, campeona de Europa; por supuesto a Marc Márquez, inevitablemente a Mireia Belmonte; y si me dejo alguien, que me lo recuerden, y por favor que me lo perdonen.
Pero de todos, y con el mérito que cada uno tiene, nadie esta vez ha acumulado tanta gloria ni nos ha metido tan en el bolsillo como nuestro zurdo manacorí. Gracias Rafa una vez más. Y van…