Brasil, confederaciones y confabulaciones

Confederación Brasileña de FútbolLos brasileños les están diciendo a sus dirigentes, bien claro y bien expresivamente para que se enteren, que está muy bonito organizar mundiales, olimpiadas y las ferias que se les quieran ocurrir, pero que si son ellos los que lo van a pagar, pues que de lo que luego revierta les quede también algo, que no van a quedarse tonto pasmaos viendo cómo se lo embolsan los de siempre, y que no se crean que se van a conformar con el regalo de pasárselo pipa un mes o dos semanas y luego, cuando se apaguen las antorchas, entreguen los trofeos y llegue un tibio lunes, otra vez a travallar y aquí no ha pasado nada.

Buena nota habríamos de tomar aquí, si finalmente los Juegos de 2020 se vienen para Madrid. Que nuestra situación no difiere tanto de la de Brasil, de hecho ellos son un BRIC –país emergente- y nosotros decididamente no. Y hasta que no llegue ese bonito año, lo único que va tocar aquí va a ser gastar y gastar, y a ver a costa de quién. Que ya hay bastantes necesidades básicas que las arcas públicas no están cubriendo como se supone que deberían, y cada vez más gente lo está notando más.

En medio de la trifulca que tienen montada en las ciudades importantes de aquel país y en los estadios, la FIFA ya se ha apresurado a asegurar que la Copa Confederaciones no se va a ver alterada en su programa y se celebrará hasta el final. Hombre estaría bueno, iban a dejar las altas castas futbolísticas de ingresar todo lo que está calculado y apalabrado. Todo lo más, y como así se creerán que mantendrán calmada a la gente, a lo mejor se la sirven en bandeja a la canarinha, no sea que si no arda Maracaná, que no lo hizo en 1950 y a ver si lo va hacer ahora.

Futbolísticamente, la Copa Confederaciones sirve para poca cosa, aparte de para sacar pasta, que es su objetivo principal. Todo lo más, para el aficionado, distraerse con algún partido bonito, más que nada cuando lleguen las semifinales. Y de momento, para esta semana, tenemos servidos dos superclásicos del fútbol europeo y sudamericano. Un España-Italia y un Brasil-Uruguay son para no perdérselos, con mucha historia, mucha retranca, idas y venidas y revanchas pendientes, que algunas no se saldan nunca en la vida, como, efectivamente, el maracanazo. Así que no tengamos tan claro y seguro que el domingo vamos a ver esa anhelada final entre La Penta y La Roja. Por otro lado, otra utilidad de esta competición es que, si estadísticamente te tienes que equivocar alguna vez, mejor que sea aquí, como les sucedió a los de Del Bosque en la de Sudáfrica, frente a Estados Unidos.

Que dicen que esta Brasil no asusta, que dista mucho de la de otras épocas, tantas que recordamos de memoria. Y es verdad, pero es posiblemente la única selección del mundo que se ostenta el derecho y el privilegio de ser considerada favorita allá donde va. Y si encima no va, sino que los demás vienen a visitarla, pues con más motivo. Su fútbol en lo que se le ha visto hasta ahora no ha enamorado, salvo los tres o cuatro detalles que dejan en cada partido, dos de los cuales suelen correr a cargo de Neymar, y por cada uno su cotización sube como la de Apple cada vez que a Steve Jobs se le ocurría una virguería nueva.

Con todo, un detalle a tener en cuenta es que se le empieza a notar la mano de Scolari, más que nada en efectividad. La selección con la que ganó el Mundial 2002 tenía muchos más estrellazas, esa sí que imponía nada más ver la alineación –Rivaldo, Cafú, Ronaldinho, Roberto Carlos y sobre todo Ronaldo Nazario, el verdadero… Y en cambio, si nos acordamos, no usó dominar los partidos, dejaba hacer al rival –como en la primera parte de la final contra Alemania– y eso sí, luego te mataban de dos andanadas. Parece que con esta versión de la canarinha pretenda urdir lo mismo, consciente de que su gente de medio campo no le da para tenerla, controlarla, dormirla y amasarla como tradicionalmente hicieron durante tantas décadas los de la Confederación Brasileña de Fútbol.

Pero ya digo, de momento esa es la distracción que nos queda para estos días pre-estivales. Lo verdaderamente importante en Brasil está pasando fuera de los terrenos de juego. Y ya digo, no deberíamos dejar de fijarnos. Atentos a la Confederaciones sí, pero también a las confabulaciones. De uno u otro tipo. Que una cosa es la torcida, y otra andar torcidos del todo.

Torcida brasileña

3 Comments

  1. Lo van a suspender como en la Copa de Africa después del tiroteo a Togo, donde murieron algunos componentes de la expedición. Y no solo eso, si no que encima castigaron a la víctima por irse del campeonato. Así de solidarios, éticos, humanos….y todos los epítetos que queráis.
    Pero la culpa la tenemos nosotros, yo el primero, que vamos a los estadios, o nos quedamos delante de la tele con cara de gilipollas tragándonos lo que nos echen, para que gente como el sinvergüenza de Villar, entre muchos, se dé la vida padre haciendo lo que le gusta.
    Y que bien juega Neymar, y mira lo que hace Iniesta……y ring, ring, haciendo caja.
    Y ver a ese Platini, que se está quedando más gordo, o al calvo dándole a la palanca para que sea la final que ellos quieran.
    Imbéciles, nooooo, lo siguiente.
    Y ahora a seguir trincando con Madrid 2020, con los jueces «imparciales» que se están buscando.

    1. Efectivamente, bien lo has recordado, aquella Copa de África sentó un precedente demoledor. Por cierto, en el continente más pobre y con más dificultades para logística, viajes, con más conflictos y menos recursos, su Copa se celebra cada dos años. En los demás, cada cuatro.

  2. Oñate le ha dado…… nada más que añadir…..La verdad es que todo el mundo quiere un España-Brasil….. ¿serán capaces de robarle a Italia si es necesario para conseguirlo??? Me quedaría Picuet…..

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