Desde la cafetería situada en la sexta planta de los almacenes Metz & Co, en Leidsestraat haciendo esquina con Keizergracht, se podía tomar esta vista del Canal de los Capitanes, el tercero de los que tres que forman el anillo alrededor del centro de Amsterdam (que por cierto, me niego a escribirla con acento en la “a” como indica la RAE). Digo “se podía” porque me entero ahora de que el establecimiento ha cambiado de dueños y, por ahora, permanece cerrado. Esperemos que sólo temporalmente.
Pero si desde ese mismo punto donde hemos tomado la imagen giramos la vista justo a la derecha, lo que nos encontramos es la escena con la que hemos venido jugando estas semanas. Sí, son las tripas de Amsterdam, como ya visitamos en su día las de otras ciudades, ¿os acordáis de La ciudad y sus tripas, Buenos Aires? Aquí estas entrañas se ven más limpias y plácidas, un ordenado mosaico de jardines y terrazas adosadas, que invitan al solaz y se diría que quien dentro de ellas se encuentra, como el grupo al que nos acercábamos en la primera entrega, podría perfectamente olvidarse de dónde realmente está.
La dos fotos en cuestión fueron tomadas durante nuestra última visita a esta ciudad, que era la décima y recordamos aquí. Fue en abril de 2011, y tuvimos la suerte de disfrutar de un fin de semana rabiosamente primaveral. Lamentablemente, y mira que yo creía que esta vez iba a ser muy fácil, nadie ha sido capaz de concretar que sí, que el clima era fresco y continental, pero que ese verde, esas casas estrechas de fachada marrón con hermosos ventanales enmarcados en blanco, y ese disipado relax, lo tenían todo como para deducir que estábamos en la ciudad más representativa de Holanda. Otra vez será, pero de momento el premio que teníamos reservado al ganador –que me lo voy a callar para no generar pesar y lamentos- me lo voy a quedar yo. Deseando volver, y espero que para entonces ya hayan abierto otra vez los almacenes y la terraza con sus impagables vistas.
Vaya, era tan obvio… Siento no haber tenido más reflejos o más tiempo.