Al fresco es una de las expresiones que hemos internacionalizado en los últimos tiempos, y frecuentemente las guías de ciudades de cualquier parte del mundo, escritas en el idioma que sea, indican sitios donde parar y tomarse algo alfresco. Y desde luego, sin ninguna presión.
Esto no es una foto aérea de Google Maps, y estas personas –cuya intimidad no queremos importunar- son perfectamente anónimas o bueno, puedo asegurar que yo no las conozco. La chica que mira parece que advirtió al fotógrafo y le dedicó una sonrisa. O vete a saber. Para la que aparece tumbada, nada tiene la menor importancia en un momento sublime como este. Disfrutaban de una plácida y podríamos decir que inusitada tarde primaveral. Guitarra, cojines, un aparentemente cómodo sofá y los restos de lo que debió ser una socorrida merendola, al fin y al cabo una excusa para la íntima celebración de un día decididamente tranquilo. Algo de vino se vislumbra, o a lo mejor no era más que un café, que la distancia no da para más. Luego el entorno pone lo demás, las florecillas blancas, la hierba que no presta atención, toda esa paz que se respira, en la absoluta certeza de que nada más va a pasar aparte de lo que tengan planeado ellos tres.
En realidad ignoramos si estaban de fiesta o en un alto en el trabajo. Pero viéndoles es para pensar que difícilmente se podría estar mejor. Y sabiendo ¿dónde estaban?… pues con mucha más razón.
Pues difícil está, amigo, sin más pistas. Lo que si te puedo decir es que estaban «en la gloria», como diría mi madre, que parece primavera y un clima húmedo, digamos que continental.
Primavera ya hemos dicho que es. Clima húmedo, continental… pues puede ser. Otra cosa es el continente, claro está 😉
¿Y en qué mes tomaste la foto?
En el que le robaron a Joaquín Sabina, y no te he dicho poco amigo mío.