Por un calcetín de Clapton

Eric Clapton, por un calcetínEl próximo 30 de marzo, sábado de Semana Santa para más señas, cumplirá 68 años, y espero que todo el mundo se acuerde. En ese top ten de mis grandes que barrunto y al que me refería la semana pasada, Eric Clapton es otro de los que tiene sitio absolutamente reservado. Y como Bowie, también viene con nuevo disco, publicado además el mismo día, tal que el martes pasado, con peculiar y sugerente título: Old Sock (calcetín viejo).

Decir que al señor Clapton, King Clapton, se le permite todo. Alguien que ha tocado con más que nadie, que le han llamado para tocar más que a nadie, que ha participado en más conciertos y grabaciones que ningún otro, que le ha abierto el Royal Albert Hall a quien le ha dado la gana, como quien te deja las llaves de su casa y luego te visita a ver qué tal, si estás cómodo, te falta algo y todo eso. Que ha vibrado y ha hecho vibrar, que ha hecho llorar y ha llorado, que se ha enamorado y ha enamorado, y que nunca se ha vanagloriado de nada. Este señor tiene vía libre para campar por sus respetos y hacer mismamente lo que quiera.

Lo que pasa es que el bueno de Eric siempre ha sido muy consciente y muy responsable. Hasta en aquellos autodestructivos años en los que bebía por cosechas y no era capaz de tocar a gusto hasta que no veía doble, no dejó de ser un tío legal. No jugaba con lo suyo ni con lo de los demás, supo siempre lo que se traía entre manos, esas piezas, fueran suyas o de otros, merecían todo el respeto. Y su música, lo que saliera de esa cabeza, de esas manos y de sus Fender y sus Gibson, siempre fue algo muy serio, fuera bromas.

Su público merece el mejor trato, él siempre lo ha sabido cuidar y, lógicamente, se lo hemos agradecido. Así fue cuando tuve la oportunidad de verle en el Palacio de los Deportes en 2001. Irreprochable desde el principio, tremendo al final. No es persona que se dedique a los aspavientos ni a hacerle la pelota a nadie para ganárselo, pero tenía muy claro, y se notaba, que a esas 15.000 personas que habían pagado por su concierto, la gran mayoría por primera vez en sus vidas, había que dejarlas contentas y satisfechas.

Por eso no va a decepcionar, esta vez tampoco. Se ha hecho un disco a base de las canciones que le gustaron desde niño, que en realidad son las que te empujan a dedicarte a esto. Y claro, recoge sus influencias y repasa la mayoría de los estilos que ha cultivado, dese por supuesto el blues al rock psicodélico, pasando por el reggae, el jazz o el folk. Siempre sociable y asociativo, esta vez ha invitado a ilustres como J.J Cale, Steve Winwood o Paul McCartney (All of me, YouTube), quien por cierto ya hiciera un ejercicio parecido con Run Devil Run, en 1999. Cada uno elige el momento en su vida para hacer estas cosas. Y como ya digo que puede permitirse lo que le venga, pues para la portada ha elegido una foto que se hizo él mismo con su móvil. Señal de que es un trabajo en el que, básicamente, se ha divertido. Pero ya digo que con seriedad, porque también hay que divertir, gustar y emocionar a los demás.

Aquí os dejo uno de sus dos temas compuestos para el álbum, que naturalmente es intransferible: Gotta get over, Old Sock, Eric Clapton, YouTube Y como el otro día decíamos a propósito de si lo compro o lo dejo de bajar, pues otra vez muy claro: por don Eric Clapton pago por su obra, por sus calcetines viejos y hasta por una ronda de Southern Comfort. Vayan pidiendo, que invito.

Aquí una crítica más detallada de Old Sock: humornegro.com.

Portada Old Sock

2 Comments

  1. Clapton es siempre uno de los grandes y siempre suena bien….. toque lo que toque….. últimamente se dedica a las versiones pero da igual….. será un buen disco…..

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