Nadal de morado

De morado, que color tan lindo, compareció Rafa Nadal en su esperada no, ansiada reaparición en el torneo de Viña del Mar en mi bien querido Chile. Y demorado, porque la temporada ya arrancó con el año, estamos en febrero y ahora el mallorquín tiene que trabajar muy duro para recuperar el tiempo perdido. La clase y los golpes los mantiene como no podía ser de otra manera, lógicamente le faltan energía, fondo y sobre todo piernas, que es lo que se la ha notado estos días y especialmente hoy en la final contra un inesperado y magnífico Horacio Zeballos. Ya verán que habrá quien le crucifique ahora por perder con el 73 del mundo, bien es verdad que ayer había liquidado por la vía rápida al 25, Jérémy Chardy, que venía de hacer cuartos en el Open de Australia después de cargarse a todo un Juan Martín del Potro. Pero señores, las pretemporadas son así, y Nadal está en esas. Y bueno, ¿saben lo que son siete meses fuera de competición? En cualquier deporte, búsquenme ejemplos en situaciones similares. Viene con demora, con retraso acumulado, pero es cuestión de ir tomando velocidad de crucero, a ver cuando empiecen las grandes ferias de la tierra batida, Montecarlo será la primera plaza grande. Con todo, lo mejor de estos días no ha sido otra cosa que volver a verle de corto, raqueta Babolat en ristre, vestido del color que le dé la gana, y que hayamos vuelto a vibrar, a disfrutar y, claro, a sufrir otra vez con él. ¿Quién es capaz de engancharte así, de tenerte pendiente como si Gimeno Traver fuera Federer y este buen torneo Roland Garros…? Rafa, la mayor alegría es verte por aquí otra vez.